"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

sábado, 22 de diciembre de 2012

el mundo natural de samuel bossini




Carta de despedida de un enamorado
Nada hay Amor. Nada. Ni brazos emergiendo de los bosques con dedos inclinados. Nada Amor mío. Ya nadie recuesta el Alma sobre aquel árbol que se curva sobre Agua pura y abundante. Nada hay Amor. Los cuerpos buscan un espacio donde correr de una punta a otra sin acabar como hormigas nerviosas dentro de un vaso. Unos sonidos de tijeras anuncian la levedad. ¿Quiénes se aman? ¿Podemos sentir el roce de sus labios como el Ala de una avispa? ¿Cómo Amar sin sentirse frente a un espejo construyendo un rostro? Nada Amor. Ni el ademán de leer las huellas de los rostros grabados en la almohada. Las manos pueden cerrarse y conservar un eco para luego liberarlo en un cuarto de baño. Todos somos ojos de una misma cabeza. Nada hay Amor. Puede verse con claridad cuando intentas en mitad de la Noche rehacer nuestros fantasmas famélicos y heridos. Suavemente el Cielo cambia sobre nuestras cabezas y nos hace danzar frenéticos sobre nuestros pies de toros y decir: nada hay Amor, sólo sea nuestro desvalido apego por matar y devorar la presa.



Día de extrema oscuridad en las manos del vidente. El vidente enrojeció. Dejó caer su Labio sobre trozos de tierra seca. Algo de Amor capturó su Ojo. Como en toda derrota está nítido lo no hecho, lo que no fue tomado. El cielo despojó de acción al viento. Las aves llegaron con sus picos quebrados hasta la laguna. Era el comienzo del desierto. El inicio de la pesadez. El vacío es el peor amo para las sienes. El hombre, como especie aspira, a que todo torne a su sitio. Pero es evidente: lo desaparecido transforma. Lo nuevo, minuto a minuto, acentuará lo vago. Un día, con la obsesión de huir, lo nuevo, lo desaparecido y el desierto nos convertirán en hábito y nadie más sabrá de nosotros.




¡Oh el Amor es espléndido cuando lo vemos pasearse en el Cuerpo de otro!       

La Vida nos adora pero invita poco.

Las manos finas de la muerte acarician nuestros botones.

El sol crea las sombras cuando cierra un Ojo.

La esperanza espera del hombre lo que ella no sabe hacer.




Por no tener las manos unidas, ambos enamorados tomaron la decisión de combatir lo avaro, lo miserable oculto bajo las uñas. Pensaron en una hoguera de hebras, de leños atizados con éter. Partir lejos del terco revés de cada trama, del cruel león que luego de rugir, se convierte en avispa. Ambos enamorados retornan al servicio de sus propias fantasías y miedos. Fantasean con un tren que los conduzca de Patagonia a Alejandría. ¿A los humanos? Una profunda Indiferencia. Tardes en que el Cuerpo olvida y construye, con su angustia y su orgullo, un falso reposo.



La mirada da vueltas como rueda en el Cielo.
Refleja un rostro de dragón. Los sentidos se extienden brumosos sobre la tierra, uniendo Luz a la niebla, ternura a un Alma encantada.
Mirada ávida de atrapados y fluidos. Cuando el Ojo piensa en alguien, de inmediato está detrás. La espalda del hombre es la única capaz de Ver con certeza el verdadero Amor. Al girar toda Ilusión se esfuma. Entonces el hombre, como un débil, busca obtener sus fuerzas en las ramas.
Es aconsejable cuando se está solo, retener la idea del pájaro con piel de ciervo. Retener el enredo de creer que se está vivo con fines inciertos. Atrapar al Amor: seda deshecha en innumerables diluvios. Trastos viejos asustando viejos pájaros. Peces con rostro de oleaje. Locos creyendo que Dios puso sus ojos en ellos y los atrapó.
Pero sin llegar a ser ni tembloroso ni desdichado, se debe hurtar un poco de asombro a los santos.

Obligando a reinar la idea del Amor en quienes regresan sin llevar sobre ellos lo que han ido a buscar.



Abandonados. Con una imagen desventurada. Imaginando una respiración en lo alto de la cúpula. Hueso arruinado. Sin delicadeza ni dolor. Serios en la mesada de un bar. Creyendo en la Boca como poderosa rompiente, sutil seda, escalofrío de bailarina  que regala un sudor de trapecio. Los abandonados comprenden que la Boca es solo cristal que corta otra Boca. El Aire ingenuo del Amor se conserva, tal vez, en alguna foto. Amanece. Los Amantes quieren tomar al otro por la garganta y matarlo. No es sudor ni flujo, ni semen lo que mancha las sábanas, es el aserrín de los esqueletos. Los amantes están lejos de ser los que veían al sol sentados en el borde de una copa. Cuando el Amar y no Amar hurgaba con una serpiente petrificada en las cenizas.



Plegaria y Talismán para conservar el Amor. Un Amor bajo los árboles que va de Tierra yerta a espuma rica. Amor de bebedores. El encuentro y la pérdida. Los escapados del libro de los condenados llegan en burbuja desde sus locuras. Los amados nadan en escalofríos. Plegaria y Talismán para conservar el Amor. Enloquecer en flotantes arrebatos. Luna en busca de cuerpos seguros de asir cada desprendimiento. estrella de un solo Ojo en espera de que la Noche busque en el centro del Cielo una fisura donde refugiarse.



Sólo cuenta la visión, la Palabra y su idea de exilio. Torcer el brazo al único sentido. Partir para añadir. Besar con todos los poderes que nos fueron otorgados. Optar por la Belleza porque sólo hay que tomarse el trabajo de rechazar. Ser sombra de lobo. Mano abierta que expone un Ojo sin pulpa. Esperar que lo colmado en el mundo nos abra los brazos. Meditar y soñar. Lo que has amado es sombra dos veces.

No hay nada de lo que has perdido que no vuelva a Ser.



 El invierno vació la ciudad y dejó sus rasgos. Enfrió las paredes hasta llegar al centro de la casa. A los árboles les impuso Silencio, les impuso Indiferencia. A los niños los agolpó en los sótanos y los plegó. Dios no regresará hasta el verano. Las manos acercarán al invierno una tensa duda. En cada esquina hay un disfraz abandonado. La calle a merced de las Ocas. Los papeles ruedan hasta las bocas de tormenta y cubren a la muchacha escondida. La niña tímida y solitaria hará transcurrir su invierno sobre un gato como si se tratara de un ataúd abierto. Desde fuera: la vaguedad, los lagartos pálidos, las ramas secas; la felpa, todo como una cuestión pendiente. Un ingenuo en el centro del Camino cierra los ojos, saca la lengua, que es tomada por los mosquitos. El invierno le regala al hombre un Beso de labios blancos. El Corazón del ingenuo entiende que el partir más intenso lo posee quien espera.


Del libro Mundo Natural



Samuel Bossini, nacido en Santiago del Estero en 1957, vive en C.A.B.A.. Publicó con el seudónimo de Pablo Narral los libros: El sonido y la furia, Para una fiesta nocturna y Oscura Tierra. Dirigió la revista Caballo de lata y coodirigió El jabalí desde su fundación hasta el año 2001. Integró el Consejo de Redacción de Último Reino. Desde 2001 hasta la actualidad dirige Malvario revista de literatura y arte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario