"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

jueves, 26 de julio de 2012

eugenia cabral en primera persona




         


            PRIMERA   PERSONA



1.
Yo me habría acostado con Tiresias
-siendo consciente de su androginia
y de la mía-,
exhibido con orgullo la excentricidad,
a cambio de poseer un vidente
-iluminado en su interior,
como los templos-.

“– Para ello tendrías que haber falsificado
un pasaporte griego, Eugenia,
haciéndote pasar por la prima segunda
de Konstantin Kavafis.
Extranjera, lejana y extraña,
nadie hubiera osado denigrarte...”.





2.
Reitero (sin ánimo de escandalizar):
yo me habría acostado con Tiresias,
aquel adivino ciego con pechos de mujer,
con tal de ser la esposa de un sabio;
mas tropecé en los pectorales y bíceps
de varones que acolchonaban
con músculos sus torsos,
cual mujeres deportistas...                                                               
La contemplación de sus miembros
agresivos, obtusos,         
estuvo a punto de coartarme el deseo.
Pero he amado
otras de sus virtudes: la risa,
la voz congruente,
la combinación de seriedad y desparpajo,
y esa como brava humildad
para protegerla a una cuando la aman
y casi la comprenden.


                                                                                                            


3.
Silencio es la vara de almendro
con que palpo el temblor del agua
bajo la escritura de la tierra.

Silencio, no palabra. Ni costura
de adjetivo púrpura con verbo en gris
y sustantivos al tono, ni masitas
teologales a la mesa del racismo.

Ceno en la mesa que está al fondo del bar
y acaricio el pie de los ancianos
cuadraturado de hambre.
El resto es impío y lo deploro.
(¿Dónde andará ése por el que afiebro,
el de  soltura inspirada en películas de Saura?)

Vengo quebrada en la cadera y las piernas
como joya arqueológica desenterrada,
todavía bella.

Y los muertos míos me aman nostálgicamente.
                                                                                                        




4.
Oh  libertad política de los sentidos.
La pupila de Dios se ha de beber como aguardiente.

Oh senderos. ¿Alguien corrige el plano?
Que lo haga de noche,
cuando todo sea bullente y aislado.

Oh la poesía. Alta y redonda.
Larga y afinada, octogonal y sensible.

Oh la flor hambrienta de libertad.

Oh, así. Más lejos. Más lejos.





5.
Llueve.    Llueve.      Llueve.
Llueve.     Llueve.      Llueve.
Llueve.     Llueve.      Llueve.

El adagio de Albinoni provoca llorar
de otra melancolía  -análoga, pero tosca -.
Desconcentrada angustia de cejas muy depiladas.






6.
Pero llueve, llueve.
Pero llueve sobre el cráneo
de esta mujer que escribe
y no le importa cómo escribe.

Ella hubiera deseado
ser sutil y formalista,
no arrancar en esos tonos
a lo Almafuerte;
pero vuelve,
enfrenta sombras ominosas y gruñidos
de electrodomésticos anticuados
que la sobresaltan.

¡Y los gatos hacen mucho ruido
sobre el techo de zinc!                                                                    
   
                                                                                                               


7.
En  el sueño, caía de bruces
ante los umbrales del Paraíso.
La luz caía sobre las escalinatas
como un naranjal podrido.
Ese era el color:
de naranjas marrones y agrias.
Y los ángeles se habían vuelto cínicos.

Soy mejor que ustedes,
les dije a los ángeles;
no vine aquí por comer helados
ni hacerme con la verdad:
llegué hasta el Paraíso
buscando a mis hermanos.
De haber intuido que aquí también
me hallaría sola,
habría telefoneado al taxi
el domingo, por la tarde,
y lo hubiese esperado paladeando
un cuarteto de Beethoven.     






Eugenia Cabral, Córdoba.        
                                    
Nota: el poema 3 obtuvo Tercer Premio de Poesía certamen internacional “Mujeres Silenciadas. Argentina Rubiera”, convocado por el colectivo El Fresno de la Asociación Les Filanderes, patrocinado por el ayuntamiento de Langreo (Asturias, España). Mayo, 2010.                                                        

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