"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

sábado, 26 de mayo de 2012

la emboscada en la piedra... de zulma sosa






La emboscada en la piedra
                                                                       

                                                             (a Lola...)



ah tu quietud /
qué mucha travesía suscita tu emboscada en la piedra / gana al
potro su jinete / gana / lo deja levantado / sin montar a su yegua /
su coz sin combustión / labrando ahí / tu desampara herramienta /
ahí / a mataduras tus mujeres en la fuente.

vírgenes ofrecidas a la tempestad del hombre / a sus dedos fraticidas /
a sus éternas maletas / sin otra ropa que sus dictámenes austeros /
untados ni de adónde irse

allí el paladar / el polvo acumulado / su
magra máscara / inválidos gestos estancados / donde la ciudad
no duele / y lejos quema tanto / confidencias prolongadas del
alba / ese informe de chubasco / esas tibias mujeres lejos de tu
arcilla / del huerto de tu celo / de la colmena que atraía la bestia /
están frías / Lola / frías

pasos cargados de leones / inmensa civilización de correajes y de
guerras / tu hembra pelvis agasada de enigmas en La Casa de las Leyes

no era de tu tribu / el que una noche trepó sin la escalera de tu
leche / mazazo al brazo / estatua / caos de la leche

en la humareda viuda de sus páramos
¿ a qué exhalar los brazos en alto / a cielo / víctima / calcos ? / a qué /
/ tu hoguera
?




de Zulma Liliana Sosa, formoseña

poemas de inés manzano







Interior

Agazapada en la luz
buscándome
no me hallaba


sólo pude descubrirme
cubriéndome
entre espesura y follaje


***


Desesperadamente escribo
con la astilla en el agua

Escribo
y mi almohada es el trueno

Una voz malherida me desnuda
al huir del paraíso



de Inés Manzano

sábado, 19 de mayo de 2012

una entrevista a zito lema, sobre haroldo conti, y el juicio por trelew... posteado por el poeta víctor redondo...





Entrevista a Vicente ZITO LEMA sobre Haroldo Conti, el juicio por Trelew y la Universidad de los Trabajadores
"HAROLDO CONTI FUE UN MILITANTE DEL SOCIALISMO"

Mario Hernandez - Rebelión

Mario Hernandez (MH): Estábamos comentando sobre Haroldo Conti, desaparecido el 5 de mayo de 1976, hace 36 años.

Vicente Zito Lema (VZL): Contento de que se hable de Haroldo Conti y al mismo tiempo triste porque para mí fue un gran amigo. Estamos movidos por la contradicción, siempre es así. Alguna vez los griegos enseñaron que en realidad la muerte es el olvido y entonces cuando alguien recuerda a alguien la vida le gana la partida por un instante a la muerte, o sea, que me tengo que poner contento que recordemos a Haroldo porque como alguna vez he escrito sobre los humanos y sus ceremonias de resucitación, trayendo a los amigos a nuestras mesas, así con alegría los recordamos.

Trelew: No imaginé nunca que iba a ser testigo histórico de este juicio

MH: Me imagino que será una semana muy conmocionante para vos porque también comenzó el juicio por la masacre de Trelew y fuiste un protagonista directo de ese hecho.

VZL: Es cierto y también lo es que en alguna otra oportunidad hemos hablado de Trelew y si pudiéramos recordar lo que conversamos hace pocos años atrás yo nunca me imaginé que llegaría este juicio. Honestamente, por más que estoy en contacto con familiares de los asesinados en Trelew, por ejemplo, con la esposa de Rubén Pedro Bonet que vive en París ya que se quedó allá en el exilio…

MH: Fuiste el abogado de Bonet y quiero aclararlo porque todo el mundo menciona a Vicente Zito Lema como filósofo, docente, poeta, periodista, etc., y no dicen que también fuiste abogado.

VZL: Sí, era muy joven. Lo primero que estudié en mi vida fue Derecho, tenía 21 años, después me especialicé en Filosofía del Derecho y para ganarme la vida trabajaba de periodista, pero entonces empezaron a caer presos políticos. En esos años era otra época y los abogados en general estaban mucho más ligados a las clases altas y no se comprometían mucho con esas nuevas organizaciones políticas que no respondían a los partidos tradicionales y que tenían algunas formas violentas de accionar, violencia revolucionaria pero violencia al fin. Eso hacía que no muchos abogados quisieran comprometerse y poco a poco me fui involucrando porque haciendo notas periodísticas sobre la situación de los presos políticos terminaba haciéndome amigo de los familiares y así fui aceptando ayudar, porque nunca cobré un peso por estos trabajos, y terminé en un pequeño grupo de abogados donde, entre otros, estaban Rodolfo Ortega Peña, la primera víctima de la Triple A, Mario Hernández, Roberto Sinigaglia, un grupo de unos 10 abogados de los que creo soy el único sobreviviente.

No éramos muchos y para protegernos tomábamos las defensas en conjunto, siempre éramos 6 o 7 cuando sucedía un acontecimiento en el cual caían muchos presos. Así se dio que prácticamente fui abogado de casi todos los compañeros en Trelew, porque a algunos los atendía yo, a otros el “pelado” Ortega Peña, pero los conocíamos a todos, por eso para mí Trelew es también pensar en el asesinato de gente muy joven, que rondaba los veintipico de años, yo debía tener 30 y todos nos conocíamos, éramos muy jóvenes y soñábamos con un mundo socialista que quedó allá lejos, la muerte quedó cerca y las relaciones de fuerza, como se suele hablar filosófica o políticamente, no daban para imaginar que algún día los asesinos iban a ser juzgados.

Me conmociona y debo reconocer que estoy sorprendido, primero por la tenacidad de los familiares pero también hay que reconocer que el Estado en estos últimos años ha permitido que se impulsaran más los juicios. En esto hay que ser justos, es muy difícil avanzar cuando los familiares ven obstaculizadas sus peticiones desde los gobiernos, pero cuando un Estado facilita los caminos, la gente se anima y anda y anda y de pronto se encuentran jueces, porque la lucha de clases está en todas partes, y hay jueces que son realmente miserables pero hay otros que son honestos. En la justicia se ven también grandes contradicciones. Hay jueces ligados a lo que fue el terrorismo de Estado, ya que éste también existió porque muchos jueces lo alentaron, lo legalizaron y legitimaron, pero hubo jueces, menos quizás, que estuvieron en el otro bando y ahora se van renovando y llegan jóvenes que se animan a más, y vuelvo a decirlo: no imaginé nunca que iba a ser testigo histórico de estos juicios, de algo que pensé imposible y los familiares lo han logrado.

Haroldo me decía siempre: “Nos debemos plantar en el medio del camino y contar las cosas que nos pasan”.

MH: Me quedé en algo que dijiste como al pasar: “luchaban por el socialismo”. Lo quiero resaltar porque a menudo, cuando se aborda el tema de los Derechos Humanos, se diluyen los aspectos que tienen que ver con el compromiso político de estos militantes, se acentúa el aspecto represivo, la represión ilegal, etc., pero no se los reivindica como luchadores.

VZL: Ese es el tema de fondo y te aclaro que me ha traído muchos problemas. Recuerdo en un homenaje a Haroldo Conti hará unos 15 años lo reivindiqué en público como militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Haroldo Conti fue un militante del socialismo que creyó que la transformación debía ser por una vía revolucionaria total, creyó y soñó en eso, no fue un hombre que empuñara las armas pero lo secuestraron porque había un militante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) perseguido que va a buscarlo a Haroldo porque sabía de su fraternidad. Haroldo no salió al mundo a combatir solo con su palabra y escritura que eran potentes, también creía en los ideales que llevaban adelante los compañeros del PRT, entonces le abrió la puerta de su casa y lo escondió. Los servicios secretos del Ejército lo andaban persiguiendo y es así como llegan a la casa de Haroldo Conti.

Hay que decir las cosas como son. No llegan porque escribió Mascaró o porque era parte de la redacción de nuestra revista Crisis, entran a su casa porque buscaban a un militante que era un alto cuadro del ERP. Por supuesto, cuando se dan cuenta que allí vivía Haroldo Conti se genera toda una contradicción. No estoy hablando cualquier cosa porque allí estaba Marta, la compañera de Haroldo, y ella lo ha contado muchas veces. Yo lo he escrito cuando volví del exilio en un texto llamado “Los últimos días de Haroldo Conti”.

Llegué al país en 1984 y una de las primeras cosas que hice fue escribir ese texto donde explico el secuestro. Lo que pasa es que muchas cosas que uno escribe no gustan y se las ocultan, pero yo siempre ha hablado de quién fue verdaderamente Haroldo Conti porque sino es como asesinarlo dos veces ya que queda como un niño a quien sorprenden los malos.

Haroldo Conti era un gran intelectual que tomó partido por la revolución, soñaba con el socialismo y lo secuestraron, lo torturaron y lo vejaron hasta con perros, porque lo llevaron a San Justo, donde había un cuartel policial especializado en amaestrar perros de policía y lo vejaron de la forma más brutal, insisto, lo sorprenden dando refugio a un compañero del ala militar y cuando se dan cuenta de quién era y ven sus escritos, de gran calidad, pero también de un fuerte índice de impugnación al modo de vida capitalista salvaje en el que vivimos.

Todo lo que nosotros podemos ver como positivo, las fuerzas represivas lo vieron negativamente y Haroldo pagó con su cuerpo. Esa es la realidad, pero no me olvido de ese día del acto de homenaje en que algunos se levantaron y hasta me llamaron provocador, que yo era un loco suelto que decía que Haroldo era un revolucionario y estaba dando elementos para justificar que lo habían secuestrado, es decir, hay gente que no quiere entender la realidad, quiere presentar todo como que fueron unos militares locos que vinieron en un acto de demencia general a causar daño.

MH: Recordaba al “Gringo” José Luis Mangieri cuando decía que no eran carmelitas descalzas.

VZL: Para nada. Eran militantes y Haroldo Conti debe ser reivindicado como un militante revolucionario que pagó con usura monstruosa su compromiso con la vida. Eso es lo real y concreto y que además de ser un militante revolucionario, fue un gigantesco escritor, eso es lo que nos atrapa de Haroldo, porque escribe muy bien. Me decía siempre: ‘Mirá Vicente, nos debemos plantar en el medio del camino y contar las cosas que nos pasan’. Y Haroldo se plantó muy bien en ese camino de la vida y registró cosas desde una sensibilidad extrema que ya son parte del patrimonio de nuestra cultura para siempre.

MH: Te agradezco mucho haber recordado en “Ciudad Cultural” de esta forma a Haroldo Conti.

VZL: Quiero agregar algo más. Hoy se cumplen 70 años que Jacobo Fijman fuera expulsado de la Biblioteca Nacional. Llegó a mis manos la resolución del entonces Director que dice que por alterar el orden se lo expulsa y se le prohíbe la entrada al Sr. Jacobo Fijman. Hablo de uno de los más grandes poetas y pensadores que dio nuestro país que en ese año de 1942, a los 2 meses que ya no lo dejaron entrar más en la Biblioteca Nacional, lo llevaron a un manicomio donde va a vivir prácticamente 29 años hasta que logro encontrarlo y ofrecerle mi casa para que continuara sus 2 últimos años de vida. Hoy podemos recordar a Jacobo Fijman castigado por el poder, porque para un poeta que lo expulsen de una biblioteca y lo internen en un manicomio es un castigo y a la par a otro gran tipo como fue Haroldo Conti, expulsado de la vida por creer también en un mundo mejor.

Miramos el mundo a través del trabajo y los trabajadores

MH: Mañana hay una convocatoria.

VZL: Desde las 10:00 vamos a reiniciar las actividades de la Universidad de los Trabajadores en la fábrica recuperada IMPA. Estoy feliz porque pudimos terminar nuestros 3 baños para hombres, mujeres y discapacitados, nos costó muchísimo, lo hicimos todo a pulmón, también colaboraron amigos que saben más y compañeros que nos ayudaron y pusieron los artefactos. Ahora hay que limpiar porque empezamos dentro de una semana a dar un Seminario de Economía Social y tenemos que recibir bien a la gente. Entonces, mañana desde las 10:00 en Rawson 106, en el barrio de Almagro, vamos a limpiar y pintar la entrada de nuestra Universidad que será de los trabajadores pero tiene que estar bien presentada. Como diría mi madre: ‘ser pobres no quita que estemos limpios’.

MH: Tengo entendido que en el 2º cuatrimestre empiezan los profesorados. Nos visitó el “Vasco” Murúa en enero y nos adelantó este cronograma.

VZL: A veces mis compañeros se burlan y dicen que soy medio maniático, pero no podíamos recibir a los estudiantes sin baños. Son cursos de 3, 4, 5 horas y cómo hacía la gente si hasta Av. Rivadavia hay 2 cuadras largas. Así que tuvimos que parar un poco las actividades hasta que se terminaran los baños. Hubiéramos empezado en marzo, pero nuestra construcción es de base. Hemos elegido hacer las cosas de esta forma y nos llevó más tiempo, pero los profesorados se largan en agosto.

MH: ¿Cuáles van a ser?

VZL: Vamos a empezar con Historia, Comunicación y Literatura. Esos son los 3 primeros.

MH: Humanísticos.

VZL: Es lo que nos da más la fuerza por ahora, pero obviamente no es solo desde ese lugar que vamos a enfrentar la situación. Es donde tenemos más fuerza por ahora pero estamos organizando un plan mucho más amplio. No podemos dejar de lado las otras ciencias, ocuparnos solo de las humanísticas, aunque humanístico en definitiva sea todo. Cada uno empieza desde donde más puede. Obviamente, historia, psicología, la escritura están más cerca de lo que uno hace y allí tenemos más amigos, entonces empezamos por ahí pero el plan es tocar todo lo que se busca en la búsqueda de los saberes, con seriedad y dándole nuestra propia identidad.

La manera que miramos el mundo es a partir del trabajo y los trabajadores y desde ese paradigma analizamos las cosas. Nuestra manera de trabajar es absolutamente nueva, es difícil, nadie lo sabe totalmente. Yo soy el más viejo, pero eso de viejo y sabio es un cuento chino. Es muy difícil organizar porque es como pensar de nuevo el mundo. El mundo lo hacen los trabajadores pero no lo piensan desde el trabajo. El trabajador trabaja y los intelectuales organizan los saberes desde otro espacio y yo no quiero repetir eso. Quiero volver a la justicia y lo justo es que los trabajadores también piensen el mundo y como eso fue birlado, roto, privado, hay que pensar junto con ellos. Ese es un poco mi rol.

Días atrás participé de una asamblea de los trabajadores de IMPA, me quieren, me tratan como a un compañero especializado en temas intelectuales, me dicen: ‘Vicente organizá que nosotros avanzamos con vos’, pero vuelvo a repetirlo: yo también estoy aprendiendo, pero vamos a organizar la Universidad de los Trabajadores entre todos, vamos a dar la batalla.

MH: Te agradezco la participación en “Ciudad Cultural”

VZL: Al contrario, gracias a Uds. por hacerme recordar a Haroldo, a Jacobo Fijman, a los compañeros de Trelew, y no ponerme demasiado triste.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

sábado, 12 de mayo de 2012

música del límite, de gerardo curiá


              (imagen de yoel tordjman)






Uno
No hay hogar que no perdure
y se pierda



 

Una flor extrema
sólo vive
en lo nocturno de la sombra
y en la primera luz
se enciende
hacia otra flor
 
ceniza de lo imperceptible





 

Escribe en la memoria
los muchos horizontes
en los que pastan silencio los caballos
 
muy cerca del alambre
                              un potro
  ojo animal
         hace vibrar el aire
 
 hierba del campo
 se fuga y permanece
           
 en qué memoria el horizonte
escribe el silencio 
       
otros ya
caballo y hombre
                inmóviles
                en el hilo que tejen sus miradas
                                       se desenhebran
                                               hacia la pura transparencia






Sobre las vías
un sueño del mundo
donde la distancia está quieta  
 
no haber llegado aún
errantes entre cielos negros
 
será cierto que el trayecto termina
existirá el andén de la estación final
 
en el tiempo del tren
hay una lentitud
alterada
y justa




Dos
 
           La  huella desune
su travesía
                        el horizonte
          no está quieto
           






En la isla
una roca
es arena
                                                                       blanco es el aire
                                                                                   en alas de muerte
                                                                       nacen las iguanas
                                                                                   tan pequeñas
     corren
hacia su cuna de mar





En la isla
volcanes bañados por la sal
torrentes de piedra
 
las grandes tortugas del trópico
descansan
sus cuerpos entran en la vigilia del espacio 
donde las sombras
se mueven al acecho












Tres
                          El exilio de un árbol            
                          madura al paisaje
                          con tanta lentitud
                          que en su perfume
                        no hay ausencia         


           

 




El viento
 lame la madera
en el talud
        que tejió el río ausente
         sobre el pino
de la gran cuenca




En el tronco
insectos
     labran
el vacío en la corteza






cinco mil años en la boca de una edad


---------------------------------------------------------------



Azogue






Loba piel del sol
donde nace
la elipsis
El rojo viertes en mi vino
infiel
         así
deleitas la conquista

y soy
            tu padre
                           tu amante
el sumiso
ángel de la templanza

El que regresa de jamás
enorme noche
hacia vos
la equívoca
la abandonada en el placer
muñeca de mar deshabitado

Acaso
el primer hombre y el final

enorme noche
y es otra vez la misma
se deshace
                    y somos ninguno


 Y quién despierta

La nacida de la muerte
cada vez más lejana   



Un soplo de sol
hace orquídeas de ceniza

alta mar en un solo murmullo

y deshechas las sabanas en tu perfume
cuando
aún
Príncipes desnudos vestidos de sudor
era allá lejos
      allá lejos
donde todo había sucedido
un error del azogue

dormías
antigua tormenta en mi destierro

La hora de mañana antes del día
el errante hospicio de la sed











 Nieve del estío






Una mujer ha terminado de bañarse
 
Parada en el centro del vapor
se acaricia
 suavemente la espalda
con una toalla blanca
y una gota de agua tibia
cae
 de sus cabellos
 
Una mujer
secretamente hermosa
 
Se peina el amor
como una novia
 
La vida late
     debajo de la nieve 







Fragmentos de 'Música del límite", editorial El suri porfiado.



de Gerardo David Curiá. Nacido en San Pedro, Prov. de Buenos Aires, reside desde hace muchos años en la C.A.B.A.. Poeta y narrador, abogado, docente. Coordinador de diversos ciclos de poesía en C.A.B.A..

César Vallejo en "Sucedio en el Perú" 2012 - Parte II (video 2 de 4)

César Vallejo en "Sucedio en el Perú" 2012 - Parte II (video 1 de 4)

César Vallejo en "Sucedio en el Perú" 2012 - Parte I (video 3 de 4)

César Vallejo en "Sucedio en el Perú" 2012 - Parte I (video 2 de 4)

lunes, 7 de mayo de 2012

Yo El Supremo, posteado por maritza kusanovic vargas






Esto es literatura.Representación de la escritura como representación. Escena primera.

Escena segunda:
Un aerolito cae del cielo de la escritura. El óvulo del punto se marca en el lugar donde ha caído, donde se ha enterrado. Embrión repentino. Brota bajo la costra. Pequeño,desborda de sí. Marca su nada al mismo tiempo que sale de ella. Materializa el agujero del cero. Del agujero del cero sale la sinceridad.

Escena tercera:
El punto. El pequeño punto está ahí. Sentado sobre el papel. A merced de sus fuerzas interiores. Grávido de cosas. Buscan procrearse en la palpitación interior. Quiebran la cáscara. Salen piando. Se sientan sobre la costra blanca del papel.

Epílogo:
He ahí el punto. Semilla de nuevos-huevos.La circunferencia de su círculo infinitesimal es un ángulo perpetuo. Las formas ascienden ordenadamente. De la más baja a la más alta.La forma más baja es angular, o sea laterrestre. La siguiente es la angular perpetua. Luego la espiral origen-medida de las formas circulares. En consecuencia se la llama la circular-perpetua: La Naturaleza enroscada en una espiral-perpetua. Ruedas que nunca separan. Ejes que nunca se rompen. Así también la escritura. Negación simétrica de la naturaleza.

Origen de la escritura:
El Punto. Unidad pequeña. De, igual modo que las unidades dela lengua escrita o hablada son a su vez pequeñas lenguas. Ya lo dijo el compadre Lucrecio mucho antes que todos sus ahijados:El principio de todas las cosas es que las entrañas se forman de entrañas más pequeñas.El hueso de huesos más pequeños. La sangre de gotitas sanguíneas reducidas a una sola. El oro de partículas de oro. La tierra de granitosde arena contraídos. El agua de gotas. El fuego de chispas encontradas. La naturaleza trabaja en lo mínimo. La escritura también Del mismo modo el Poder Absoluto está hecho de pequeños poderes. Puedo hacer por medio de otros lo que esos otros no pueden hacer por sí mismos. Puedo decir a otros lo que no puedo decirme a mí. Los demás son lentes a través de los cuales leemos en nuestraspropias mentes. El Supremo es aquel que lo es por su naturaleza. Nunca nos recuerda a otros salvo a la imagen del Estado, de la Nación, del pueblo de la Patria



de Augusto Roa Bastos

irene gruss y una hermosa selección de su poesía en la revista electrónica Círculo de Poesía, por la poeta Rocío Wittib...





Foja de poesía No. 347: Irene Gruss


.

El mundo incompleto
.

El reverso del mundo plagado de
margaritas
ondulantes, iluminadas.
El mundo, tal como es,
difícilmente pueda completar
la llegada a las
ondulantes margaritas.
¿Quién necesita esas flores,
quién se queda en describirlas
tal como están, allá lejos,
quién sabe cómo son esas flores?
¿Y si no son margaritas?
¿Si no se llega,
si no se completa el mundo?
a mi hijo
.
.
.

Variación con forma de tango
.
En la ficción ella tiene que morir;
sólo
en la ficción.
En la ficción él será
el único,
el vapuleadamente
verdadero, no el enamorado.
Y ella tiene que morir,
porque si no…
.
.
.
Claroscuro
.
Dentro de un rato
todo va a volverse opaco.
Las luces y sombras, que ahora brillan,
se resolverán en una nada
monotónica.
.
.
.
Fugaz
.
No ensucies este momento:
alguien me canta al oído
me dice la palabra siempre.
.
.
.


Quién me quita lo bailado
.

Pido peras al olmo. Las saboreo:
son deliciosas.
He pedido gato por liebre;
me lo han dado.
Me han contado historias libidinosas
a medianoche;
gozaba, con cada palabra,
con cada gesto.
He amado la noche
cuando amanecía,
amé la muerte, y
soñé
con la realidad.
.
.
.
Hoja en la tormenta
.

Un relato no necesita heroínas.
Mónica Tracey
.
No me vengan a hablar de
desolación, una hoja en la tormenta
hoja infante, de quién va
a cubrir a esta hoja –no de papel, no de tinta–
ni hoja pequeñita, desvalida en
la tormenta. Arrecia, arrecia
tempestad, lastima
ya no la raíz, la nervadura,
marca que carga la hoja
como genealogía o simple adorno. No
me vengan a hablar de fortaleza, firme la caída
el vuelo hacia arriba hacia abajo
el concienzudo tocar tierra (ni siquiera
fondo) de la hoja. No me vengan con
el gris dorado verde
de la vida, pavana para una hoja, corcel
que va a salvarla, no me vengan a hablar de
la canción de la intemperie, de que de esto
se trata ni vengan a decir, declinar
en subjuntivo la memoria o la falta,
ni a clamar declamando la hoja se cae por sí sola,
arrecia tempestad, fulmina de una vez
con la luz la electricidad
de un rayo, arde de impaciencia el objeto
aquí tomado, ardería aún más si
algo –un roce– pero no, la hoja
elige no me vengan a hablar
de destino pagar caro el precio la responsabilidad
(largo
invento)
la omnipotente la débil como una
hoja en la tormenta ni mencionen al viril
árbol que muere de pie, ella ha visto caer
árboles hojas sostenerse de la nada desprenderse
ahora sí de la raíz de la razón del sexo
tiemblen ciudadanos, nunca de la historia
el mundo alrededor y ella no en el centro,
quizás en el borde, andar doble filo doble juego
de la hoja
haciendo –mal gerundio– mal y bien
cortó el pan y la carne no me vengan a
hablar de
inocencia, más quisiera la infanta
ni vengan a decir
la perdida o
la que perdió ni
se sufre se sufre demasiado
no vengan a bailarle encima ni a
quitarle el baile, bamboleo embriagador,
faltaba el amor, no me vengan
con el cuento hoja en la
tormenta, arrecia la furia
la iniquidad el asombro no vengan con
que de esto no se habla con que de esto
ni hablar no me vengan con el sol
otra vez y aquí no ha pasado
nada la nada la trascendencia lo que queda es la obra,
el devenir circunstancia causa-efecto ensayo-error
de la hoja
qué le pasa qué pretende
por qué no lo consigue no me vengan
a hablar no me vengan a hablar
la hoja es
una hoja, suave
objeto, tema
con tormenta.
.

.
Datos vitales
Irene Gruss (Buenos Aires, 1950). Publicó La luz en la ventana, 1982; El mundo incompleto, 1987; La calma, 1991; Sobre el asma, 1995; Solo de contralto, 1998, En el brillo de uno en el vidrio de uno, 2000, La dicha, 2004 y la nouvelle Una letra familiar, 2007. Próximamente se publicará su más reciente trabajo, La Pared. Integró las redacciones de las revistas literarias “El escarabajo de oro”, “El ornitorrinco”, “El juguete rabioso”. Actualmente y desde hace unos años dicta talleres de poesía. Administra los blogs http://elmundoincompleto.blogspot.com.ar y http://lamitadelaverdad.blogspot.com.ar.


FUENTE:
COPYPEGADO:  http://circulodepoesia.com/nueva/2012/05/foja-de-poesia-no-347-irene-gruss/

Presentamos la poesía de la escritora argentina Irene Gruss (Buenos Aires, 1950). Publicó La luz en la ventana, 1982; El mundo incompleto, 1987; La calma, 1991; Sobre el asma, 1995; Solo de contralto, 1998, En el brillo de uno en el vidrio de uno, 2000, La dicha, 2004 y la nouvelle Una letra familiar, 2007. La selección corre a cargo de la poeta Rocío Wittib.




domingo, 6 de mayo de 2012

Pedro Aznar - Quebrado vivo (dvd 1 completo)

La balada del álamo Carolina - Un cuento de Haroldo Conti... que posteó hugo toscaraday







A mi madre doña Petrolina Lombardi de Conti,
y a la ciudad de Chacabuco, mi pueblo.

Ciruelo de mi puerta, si no volviese yo,
la primavera siempre volverá.
Tú, florece.
(Anónimo japonés)


Uno piensa que los días de un árbol son todos iguales. Sobre todo si es un árbol viejo. No. Un día de un viejo árbol es un día del mundo.
Este álamo Carolina nació aquí mismo, exactamente, aun que el álamo Carolina, por lo que se sabe, viene mediante estaca y éste creció solo, asomó un día sobre esta tierra entre los pastos duros que la cubren como una pelambre, un pastito más, un miserable pastito expuesto a los vientos y al sol y a los bichos.
Y él creyó, por un tiempo, que no iba a ser más que eso hasta que un día notó que sobrepasaba los pastos y cuando el sol vino más fuerte y templó la tierra se hinchó por dentro y se puso rígido y sentía una gran atracción por las alturas, por trepar en dirección al cielo, y hasta sintió que había dentro de él como un camino, aunque todavía no supiese lo que era eso, lo supo recién al año siguiente cuando los pastos quedaron todavía más abajo y detrás de los pastos vio un alambrado y detrás del alambrado vio el camino, que es una especie de árbol recostado sobre la tierra con una rama aquí y otra allá, igual de secas y rugosas en el invierno y que florecen en las puntas para el verano, pues todas rematan en un mechoncito de árboles verdaderos.
Por ahí andan los hombres y el loco viento empujando nubes de polvo. Tam bién ya sabía para entonces lo que era una rama porque, después de las lluvias de agosto, sintió que su cuerpo se hinchaba en efecto aquí y allá y una parte de él se quedó ahí, no siguió más arriba, torció a un lado y creció sobre la tierra de costado igual que el camino.
Ahora es un viejo álamo Carolina porque han pasado doce veranos, por lo menos, si no lleva mal la cuenta. Ahora crece más despacio, casi no crece. En primavera echa las hojas en el mismo sitio que estuvieron el otro verano y por arriba brotan unas crestitas de un verde más encarnado que al caer el sol se encienden como por dentro, pero él ahora no pretende más que eso, esa dulce luz del verano que lo recubre como un velo. Y dentro de esa luz está él, el viejo álamo, todo recuerdo. De alguna manera ya estaba así hace doce veranos cuando asomó sobre la tierra y crecer no fue nada más que como pensarse. Sólo que ahora recuerda todo eso, se piensa para atrás, y no nace otro árbol. En eso consiste la vejez. Verde memoria.
Ahora es el comienzo del verano justamente y acaba de revestirse otra vez con todas sus hojas, de manera que como recién están echando el verde más fuerte (son como pequeños árboles cada una) por la tarde, cuando el sol declina y se mete entre las ramas el álamo se enciende como una lámpara verde, y entonces llegan los pájaros que se remueven bulliciosamente entre las hojas buscando dónde pasar la noche y es el momento en que el viejo álamo Carolina recuerda.
A propósito de la noche, los pájaros y el verano. Recuerda, por ejemplo, a propósito de los pájaros, el primero de ellos que se posó sobre la primera rama, que ha quedado allá abajo pero entonces era el punto más alto, ya casi no da hojas y es tan gruesa como un pequeño árbol. En aquel tiempo era su parte más viva y sintió el pájaro sobre su piel, un agitado montoncito de plumas. Descan só un rato y luego reemprendió el vuelo. Recién dos veranos después, cuando divisó la primera casa de un hombre y detrás de ella la relampagueante línea del ferrocarril, una montera armó un nido en la horqueta de la última rama. Cortó y anudó ramitas pacientemente y así el álamo se convirtió en una casa, supo lo que era ser una casa, el alma que tiene una casa, como antes supo del camino y del alma del camino, ese ancho árbol floreci do de sueños. El nido se columpiaba al extremo de la rama y él, aunque gustaba del loco viento de la tarde, procuraba no agi tarse mucho por ese lado, le dio todo el cobijo que pudo, echó para allí más hojas que otras veces.
Al final del verano los pichones saltaron del nido y los sintió desplazarse temblorosos sobre la rama con sus delgadas patitas, tomar impulso una y otra vez y por fin lanzarse y caer en el aire como una hoja. Un árbol en verano es casi un pájaro. Se recubre de crocantes plumas que agita con el viento y sube, con sólo desearlo, desde el fondo de la tierra hasta la punta más alta, salta de una rama a otra todo pajarito, ave de madera en su verde jaula de fronda.
Ese verano fue el mismo del ferrocarril. Antes viene la casa. No vio la casa por completo, ni siquiera cuando, años después, trepó mucho más alto, sino lo que ve ahora mismo desde el brote más empinado, un techo de chapas que se inflama con el sol y una chimenea blanca que al atardecer lanza un penacho de humo. A veces el viento trae algunas voces.
Con todo él ha llegado hasta la casa en alguna forma, a través de las hojas de otoño que arrastra el viento. Con sus viejos ojos amarillos ha visto la casa aun por dentro, ha visto al hombre, flaco y duro con la piel resquebrajada como la corteza de las primeras ramas, la mujer que huele a humo de madera, un par de chicos silenciosos con el pelo alborotado como los plumones de un pichón de montera.
Con sus viejas manos amarillas ha golpeado la puerta de tablas quebradas, ha acariciado las des cascaradas paredes de adobe encalado, y mano y ojo y amarillas alas de otoño ha corrido delante de la escoba de maíz de Guinea y trepado nuevamente al cielo en el humo oloroso de una fogata que anuncia el frío, el tiempo dormido del árbol y la tierra.
El ferrocarril pasa por detrás de la casa pero hubo de trepar hasta el otro verano, cuando volvieron las hojas y los pájaros, para entrever el brillo furtivo de las vías cortando a trechos la tierra. Ya había sentido el ruido, ese oscuro tumulto que agitaba el suelo porque el árbol crecía tanto por arriba como por debajo. Por debajo era un árbol húmedo de largas y húmedas ramas nacaradas que penetraban en la tibia noche de la tierra.
Por ahí vivía y sentía el árbol principalmente, por ahí su día era un día del mundo, así de ancho y profundo, porque la tierra que palpitaba debajo de él le enviaba toda clase de señales, era un fresco cuerpo lleno de vida que respiraba dulcemente bajo las hojas y el pasto y sostenía cuanto hay en este mundo, incluso a otros árboles con los cuales el viejo álamo Carolina se comuni caba a través de aquel húmedo corazón.
Al este, por donde nace el sol, había un bosque. Lo divisó una mañana con sus ojos verdes más altos y todas sus hojas temblaron con un brillo de escamas. Era un árbol más grande, el más grande y formidable de todos. Al caer la tarde, con el sol cruzado barriendo oblicuamente los pastos que parecían mansas llamitas, los ár­boles aquellos ardieron como un gran fuego. Por la noche, el álamo apuntó una de sus delgadas ramas subterráneas en aque lla dirección y recibió la respuesta. No era un árbol más grande, era un bosque, es decir, un montón de ellos, tierra emplumada, alta y rumorosa hermandad.
¿Por qué no estaba él allí? ¿Por qué había nacido solitario? ¿Acaso él no era como un resumen del bosque, cada rama un árbol? Todas estas preguntas le respondió el bosque, sus herma nos, noche a noche. Esta y muchas otras porque a medida que se ponía viejo, en medio de aquella soledad, se llenaba de tantas preguntas como de pájaros a la tardecita. Los árboles no duer men propiamente, se adormecen, sobre todo en invierno cuando las altas estrellas se deslizan por sus ramas peladas como frías gotas de rocío. Es entonces cuando sienten con más fuerza todas aquellas voces y señales de la tierra.
Los animales de la noche salen de sus madrigueras y roen la oscuridad, un pájaro desvela do vuela hacia la luz de una casa, un bulto negro trota por el camino, los grillos vibran entre los pastos como cuerdas de cristal, un perro aúlla en la lejanía, el hombre se da vuelta en la cama y piensa cuántas fanegas dará el cuadro de trigo.
En este mismo momento, en esta noche tan quieta, la semilla está trabajando ahí abajo, el árbol la siente germinar, siente su pequeño esfuerzo, cómo se hincha y se despliega y recorre, pulgada por pulgada, el mismo camino que ha trazado el deseo del hombre, que ha vuelto a dormirse y sueña con una suave marea de espigas amarillas.
Y fue por ahí, por la tierra, que el árbol tuvo noticias del ferrocarril cuando un día sintió ese tumulto que subió por sus raíces. Tiempo después, luego de divisar la morada del hombre, vio por fin aquella alocada y ruidosa casa que con chimenea y todo corría sobre la tierra, y supo por ella que además de los pájaros gran parte de cuanto vive se mueve de un lado a otro y el viejo álamo, que entonces no era tan viejo pero sí árbol com pleto, sintió por primera vez el dolor de su fijeza.
Él sólo podía ir hacia arriba trazando un corto camino en el cielo y al co mienzo del otoño volar en figura según el viento en la trama de sus hojas. En cierto momento, después de la casa, el tren se transportaba entre sus ramas y a veces el penacho de humo llegaba hasta el mismo álamo. Esto dependía del viento, del cual, por instrucción de los pájaros, el viejo álamo había apren dido a extraer otros muchos sucesos. Según soplase, él agitaba sus hojas como verdes plumas y simulaba temblorosos vue los.
El viento subía y bajaba en frescas turbonadas por dentro de aquella jaula vegetal provocando, de acuerdo a la disposición del follaje, murmullos y silbidos que complacían al árbol mú sico.
Todo esto se aprende con los años, un verano tras otro, y luego para el árbol son materia de recuerdo en el invierno. El invierno comienza para él con la caída de la primera hoja. Un poco antes nota que se le adormecen las ramas más viejas y después el sueño avanza hacia adentro aunque nunca llega al corazón del árbol. En eso siente un tironcito y la primera hoja planea sobre el suelo. Así empieza.
Después cae el resto y el viento las revuelve, las dispersa, corren y se entremezclan con las hojas de otros árboles, cuando el viejo álamo Carolina ya se ha adormecido y piensa quietamente en el luminoso verano que, de algún modo, ya está en camino a través de la tierra, por el tibio surco de su savia. La lluvia oscurece sus ramas y la escarcha las abrillanta como si fuesen de almendra. Algunas se quiebran con los vientos y el árbol se despabila por un momento, siente en todo su cuerpo esa pequeña muerte aunque él todavía se sostiene, sabe que perdurará otros veranos.
Hasta que allá por septiembre memoria y suceso se juntan en el tiempo y un dulce cosquilleo sube desde la oscuridad de la tierra, reanima su piel, desentumece las ramas y el viejo álamo Carolina se brota nuevamente de verdes ampollas. El aire ahora es más tibio y el hombre, al que observa desde el brote más alto, recorre el campo y espía las crestitas verdes que acaban de aparecer sobre la tierra.
Para mediados de octubre el viejo álamo está otra vez recubierto de firmes y oscuras hojas que brillan con el sol cuando la brisa las agita a la caída de la tarde. El sol para este tiempo es más firme y proyecta sobre el suelo la enorme sombra del árbol.
Fue en este verano, cuando el sol estaba bien alto y la sombra era más negra, que el hombre se acercó por fin hasta el árbol. Él lo vio venir a través del campo, negro y preciso sobre el caballo sudoroso. El hombre bajó del caballo y penetró en la sombra. Se quitó el sombrero cubierto de tierra, después de mirar hacia arriba y aspirar el fresco que se descolgaba de las ramas, y se quitó el sudor de la frente con la manga de la camisa.
Después el hombre, que parecía tan viejo como el viejo álamo Carolina, se sentó al pie del árbol y se recostó contra el tronco. Al rato el hombre se durmió y soñó que era un árbol.



Haroldo Conti nació en Chacabuco y murió en Buenos Aires en 1976. Fue narrador, autor y director teatral, asistente de dirección cinematográfico y guionista.
Publicó: Examinados (1955, Premio teatral Olat); Sudeste (1960, novela con la que obtiene el Primer Premio de Fabriel Editora); La causa (1960, con mención en el concurso Time-Life); Todos los veranos (1964, libro de cuentos que obtiene el segundo Premio Municipal); Alrededor de la jaula (1966, novela que gana el Concurso de la Universidad Mexicana de Veracruz y es publicada en México y Buenos Aires); Con otra gente (1967, segundo libro de cuentos); Los novios (1968, cuento que es traducido al alemán); En vida (1971, novela ganadora en el concurso Barral y editada en Barcelona); La muerte de Sebastián Arache y su pobre entierro (1972, guión); La balada del álamo carolina (1975, tercer libro de cuentos); Mascaró, el cazador americano (1975, novela premiada por Casa de las Américas).
En 1976 es secuestrado en su domicilio. Desaparece. Más tarde el dictador Jorge Rafael Videla reconoce, ante la prensa extranjera, que Haroldo Conti estaba muerto.






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