"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

jueves, 5 de enero de 2012

poesía de tom maver




Al fondo de lo que quiero decir

hay algo que no se mueve.

El peso de la sed

el temor de morir ahogado

lo hacen apenas parpadear.



¿Será cierto que nunca sintió la lluvia en su lomo

y desconoce la luz de la luna?

¿Es verdad que no puede hablar?



Las redes que buscan sacarlo a flote

vuelven con tejidos que no parecen decir nada,

vacías y llenas al mismo tiempo.



No va a dejarse pescar.

No quiere saber nada con ese entramado

que lo devolvería al mundo

por fin visible y terrible.



Los testimonios alojados en la cavidad de sus ojos

se hundirán más y más

desdeñando las señales de luz

que brillan en los anzuelos.



Sobre la superficie

quedan estas redes de preguntas

que van una y otra vez al fondo

y vuelven con algas y amapolas y pequeñas

embarcaciones apenas entrevistas.











ºººººººººººººººººººººººººººººººº




La hamaca te llevaba y te traía en la tarde.

Lo recuerdo

como si no te estuvieras por ir a Alemania

para hacer algo con tu vida,

como decías vos.



Yo te veía ir y venir, y tenía la impresión

de que le robabas algo al tiempo,

buscando las pruebas de su existencia

porque ¿quién entiende bien cómo

pasa tan rápido una tarde o un año?



De vuelta en casa, preparaste un submarino,

tus ojos parecían los de una fiera

dando vueltas alrededor del fuego.



En ese momento sentí oscuramente

que aquello que podríamos llamar “aprovechar

el tiempo”, para vos era una abstracción,

un vaivén que no nos toca,

y entonces pensé:

¿Por qué no ver al tiempo

como otra barra de chocolate

disolviéndose en tu taza,

como algo que una cucharita podría atravesar

una y otra vez

dejándonos un resto dulce

en las tazas aún tibias?










ºººººººººººººººººººººººººººººººººººº










“Beautiful, beautiful, beautiful,

beautiful boy”

John Lennon






A veces me da por pensar

que mi padre se está volviendo

cada vez más chico

para que yo lo conozca por completo.



¿Por qué será que los hijos

desconocemos la infancia de nuestros padres?

¿Acaso por exigirles esa paternidad

no los dejamos de algún modo huérfanos?



Ahora es como si él estuviera en busca

de una edad exacta

en que envejecer y hacerse chico

vayan de la mano.



Lo veo como si creciera frente a mis ojos

para llegar a tiempo de ser mi padre

dejando cosas atrás, historias que los hijos

apenas llegamos a conocer, demasiado ajenas,

y que no podemos averiguar sin

que nuestros pensamientos se vuelvan borrosos.



Después de una vida de haber aprendido

el arte de perder hasta lo más preciado


sin que parezca algo terrible,

me pidió que hiciera lo mismo,

pues su labor como padre, aseguraba,

consistía en que yo, eventualmente,

prescindiera de él.



Sé que el tiempo no pasó

por su vida sin transformarse

en algo contradictorio

con dos direcciones opuestas

y a la vez reconciliadas en su corazón

de padre y de hombre

que también está solo



yendo hacia los extremos de la edad

hasta volverse tan grande o

tan chico su amor, que no se lo ve,

acaso por la sencillez de su entrega,

que sólo se conforma en dar

y en darse.



ºººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº






REUNIÓN DE PADRES







La maestra



Se ve que algo le está faltando al chico

y a ese mundo que tiembla con él, diría yo.



En sus cuadernos donde dibuja a la familia

el cielo es negro de crayón muy apretado.



No habla pero tampoco llora en los recreos.

Es difícil saber si sueña con venganzas.



¿Nunca se preguntaron por qué al volver del colegio

siempre se pierde como dudando de algo?



Aunque le disguste su infancia,

ustedes sienten que algo crece y peligra



cuando todo en él se inquieta de golpe

y el silencio amenaza con ojos saltones.



Pero bien pensado, de poder alcanzar

ese mundo desprotegido,



quién sabe lo que pasaría.







El padre



No estoy seguro,

pero sinceramente creo que hace falta

mucha ternura para comprender en estos casos,

una suerte de silencio, otro tipo

de acercamiento desde donde

poder ver con mayor claridad

el color de sus ojos cuando pinta en clase

sin que le tiemble el pulso.



La razón por la que estamos acá, en el fondo

es prevenirnos de esa tremenda

vitalidad que tienen los niños. Pero

¿de qué nos queremos proteger:

de los dibujos de un chico

o de cómo nos mira, como si fuera él

el único capaz de entendernos?



Usted, señorita, que todavía está a medio paso

entre la infancia

y la adultez, quizá sea mejor

que sepa que la alegría es mucho más

seria y compleja que la tristeza,

y que no es tan fácil, créame,

separar las aguas.







La madre



¿Qué nos revelan estos dibujos?

¿Qué nos dan de él?¿O nos sacan algo quizá

que no nos pertenece, para devolvérselo?



Cuando veníamos en el auto

miraba las casas, los árboles que pasaban

como si dejara algo atrás que fuera suyo,

recibiendo a cambio la brusquedad

de este lugar que parece serle todavía extraño.



Usted nos informa que hay algo

inalcanzable en nuestro hijo,

pero quizá sea menos feroz

de lo que nosotros pensamos.



Sin embargo, apenas nos dice estas cosas

querríamos olvidar todo

y que esto pase y se vaya

la sensación de abismo,

de paraíso perdido.

Porque ahora que no podemos más

somos nosotros, los que hablando con desenvoltura

como gente grande que somos,

rogamos que alguien nos venga a buscar

que alguien, por favor

nos venga a buscar y nos lleve

definitivamente, a casa.







La mucama



Yo no sé, pero a mí estos dibujos me gustan.

Quizá sea porque lo vi dibujarlos

cuando entraba a hacerle el cuarto y él

se ponía a bailar saltando la aspiradora

y teníamos que poner más fuerte la música.



Él me solía preguntar si a mí me gustaba

lo que estaba haciendo, y yo

no sabía si hablaba de que me ayudara

a limpiar, o de cómo se ponía a dar vueltas,

o de los dibujos que llenaba de colores.



Yo lo miraba con asombro. Al contrario

de lo que oí decir, para mí al chico

y a su mundo no le hace falta nada, sino

que desborda de energía. Y hay que estar

felices por eso. Un mundo donde una casa

puede trazarse con sólo cuatro pinceladas

no es poco, ya lo creo.



Por eso trato de no molestarlo

y abro hasta arriba las persianas

para que vea que la oscuridad

es un color más, a tener en cuenta.





Todos los poemas pertenecen al libro Yo, la incesante nieve (Huesos de Jibia, 2009).

Tom Maver nació en 1985, publicó un solo libro y, mientras trabaja en el siguiente, traduce poesía y la sube al blog: http://hastadondellegalavoz.blogspot.com/

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