"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

jueves, 24 de noviembre de 2011

domingo, 20 de noviembre de 2011

el placard: POEMAS DE EDMOND JABÈS

el placard: POEMAS DE EDMOND JABÈS: 1. A ti, que crees que existo... («A ti, que crees que existo, ¿cómo decir lo que sé con palabras cuyo significado es múltiple; palabras,...

matías máximo y sus poemas del sótano....

máximo presentó anoche su libro "almas de sótano - cristales", editado por la iguana y la mariposa (dafne pidemunt y leticia hernando). con dibujos de la artista leticia hernando.

fuimos citados en el sótano del bar el cisne, ubicado en bulnes y potosí, a partir de las 23. hs.

las almas bajábamos por las escaleras en penumbras, y entonces, nos recibía el poeta a luz de las velas, para que escucháramos en su poesía a esas otras almas que lo inspiraron.






Cristales


(...)


IV


Que vuelvo en cinco minutos con un poema
que dame la rosa del desierto

Ahora estamos en la receta del fuego
y somos cada uno/una sensación



V


Ella se desliza
sin violín
y la sangre cae como una nota pura,
viaja de los brazos al piso

Se desgarra
líquida anarquista sin sonido





de "Almas de sótano - Cristales", ediciones la mariposa y la iguana, 2011

jueves, 17 de noviembre de 2011

el placard: POEMAS DE VICENTE QUIRARTE

el placard: POEMAS DE VICENTE QUIRARTE: Belleza del astrónomo El Sol que nos alumbra no es un sol presente: ocho minutos tarda en llegar a la Tierra. Cuando dejas la casa la he...

domingo, 13 de noviembre de 2011

julia kristeva

Julia Kristeva: "Psicoanálisis y literatura son la misma cosa"
Referente ineludible de las teorías lingüísticas, la relación entre la literatura y el psicoanálisis y las políticas de género, esta discípula del Roland Barthes estuvo en Chile donde aportó sus nociones a las manifestaciones estudiantiles y por estos días llega a Buenos Aires para dictar una serie de conferencias y recibir un Honoris Causa en la UBA.


POR Mauro Libertella


Tengo que confesar que cuando me hablan de Julia Kristeva, yo digo ¿quién es esa? Mi hijo me dice ‘no me gusta Julia Kristeva. Prefiero simplemente a Julia’. Yo estoy en un momento avanzado de mi vida, y al mismo tiempo no me siento en la hora de los balances. En mi familia, en Bulgaria, mi madre, de una genealogía de varias generaciones de misticismo judío religioso, era bióloga, y me había transmitido el darwinismo. Mi padre era muy creyente, y había hecho el seminario antes de ser médico; esa era su forma de resistir un poco al comunismo duro. A través de lecturas nos transmitió el amor por las lenguas, pero su religión era sobre todo la cultura. Me empujaban fervientemente a mí y a mi hermana a aprender lenguas extranjeras. Bulgaria, además, es el único país del mundo que festeja un día de la cultura, todos los 24 de mayo, que es el día de la creación del alfabeto eslavo. Sé, por lo pronto, que en ese contexto me crié. Cuando llegué a Francia, al alba del año 68, cuando la universidad francesa empezaba a desperezarse, recalé directamente en los cursos de Roland Barthes y de Emile Benveniste. Que yo fuera una mujer no era un obstáculo. No había muchas mujeres, y tampoco muchas extranjeras, por lo que me había erigido en una especie de curiosidad. Yo tuve suerte de haber caído en ese contexto; el grupo Tel Quel y mi marido Philippe Sollers estaban muy abiertos a lo que yo pudiera decir, y era paradójico ver a una joven que no era tan fea y decía cosas”. Suerte de autobiografía jibarizada, museo en miniatura de una educación intelectual, Julia Kristeva, tan joven como siempre, espeta estas palabras desde el escenario de un teatro en la ciudad chilena de Valparaíso. Las arroja como se lanzan dardos al vacío, pero ahí abajo es lo opuesto al vacío y sus ideas encuentran un eco efervescente: cientos de jóvenes chilenos anotan las palabras de la pensadora con la voracidad con la que se desgrana una letanía o se repite el estribillo de una canción de rock. Es el último día del Puerto de Ideas, la primera edición de un festival cultural que llevó a las costas de esta ciudad alucinante a estrellas intelectuales como Carlo Ginzburg, Marc Augé y la propia Kristeva, entre otros. Es el primer eslabón de una modesta pero largamente esperada gira por ciertos puntos neurálgicos de Latinoamérica, y que la trae por estos días a Buenos Aires a recibir el título Honoris Causa de la UBA e impartir dos conferencias en la UNSAM.

Ahí fuimos, entonces, para hacerle algunas preguntas a una de las más complejas y luminosas pensadoras de una camada francesa que cruza disciplinas y que caló en la academia y los libros de nuestro país con una hondura profunda y hasta ahora indeleble. Condensadísima hoja de vida: de formación lingüística y semiológica, llegó con 24 años a la París de la primavera convulsionada y se insertó rápidamente en los grupos intelectuales de avanzada. Se podría decir que la creación de las universidades interdisciplinarias que emergieron en esos meses fueron el toque mágico que las inquietudes de Kristeva necesitaban para terminar de materializarse. Su pareja, el escritor Philippe Sollers, la convidó a participar en las páginas y las reuniones de la revista Tel Quel, que supuso una modernizante cruza de teorías formalistas con psicoanálisis, lingüística, filosofía y literatura. Fueron los años, también, en que los teóricos franceses forzaron los cimientos del estructuralismo hasta hacerlo languidecer, y aparecieron entonces con fuerza las corrientes posestructuralistas que marcarían la impronta colectiva del grupo. Sus primeros libros son tratados recargados y puntillosos, apuntalados siempre por certidumbres teóricas bien de época.

Semiótica y La revolución del lenguaje poético se pueden leer en esa línea. Huidiza por natualeza y vocación, Kristeva sin embargo no se quedó encandilada por las propuestas juveniles de sus días de formación, y fue revisando sus postulados hasta el punto de repensar el hecho artístico más en términos de experiencia que de lenguaje puro, como quería el primer tel quelismo. Varios son los elementos que le permitieron “desencapsular” lo más rígido de las teorías del lenguaje: el psicoanálisis en general y el lacaniano en particular (que para la autora fue siempre un agente conflictivo, a veces dramático, en tensión permanente con lo freudiano), el feminismo, la política. En el prólogo a la edición correspondiente al año 1994 de Sentido y sinsentido de la revuelta apunta que “procuraré integrar en los ámbitos del arte y de la literatura, concebidos como experiencias, la noción de cultura-revuelta. E introducir una apuesta que consiste en superar la noción de texto a cuya elaboración contribuí junto con tantos otros, y que llegó a ser una forma de dogma en las mejores universidades de toda Francia, para no hablar de Estados Unidos y de otras más exóticas todavía. En su lugar, me esforzaré por introducir la noción de experiencia”. Cuando le pedimos que profundice en este paso de la textualidad pura a la experiencia en sentido amplio, Kristeva arquea las cejas, respira y dispara: “Para mí la noción de texto nunca ha superado la noción de experiencia. A lo mejor me entendieron mal. Una cierta recuperación estructuralista de la noción de texto sólo ve en el texto la técnica: cómo construir un producto de mercado, por ejemplo. A mí lo que siempre me interesó es el laboratorio en donde se producen los textos. Si mirás bien, hay artículos que escribí hace treinta años, como ‘La productividad llamada texto’, y con eso quería decir que para producir un texto hay que cuestionarse entero: la manera de sentir, la sexualidad, el lenguaje. Y desde este punto de vista se trata de una experiencia, pero no en el sentido de un científico que hace un ‘experimento’ con los conejillos de indias para buscar un resultado, sino como cuestionamiento de lo antiguo y posterior surgimiento de lo nuevo. Se parece más a la experiencia mística, si se quiere. Es una experiencia personal que va a contracorriente del mercado y de la comunicación. En un momento determinado voy a comunicarlo, pero primero tengo que transitar ese renacimiento para luego poder construir de manera comercializable. Que haya dos períodos en ese proceso no significa que sean consecutivos, ‘primero cambio y luego escribo’. Pasan al mismo tiempo. Si lo digo de este modo, enunciando dos momentos, lo hago para la claridad de la exposición, y que la gente que lea esto entienda que hay dos momentos en el acto creativo, pero finalmente esos dos momentos son uno solo y suceden de un modo simultáneo. La técnica es inseparable de esa transformación íntima, personal. En alemán hay dos términos: uno para cambiar la vida y otro que se refiere a la técnica”.

Lacan en la pampa


Una de las razones más nítidas por las que la obra de Kristeva tuvo semejante trascendencia en nuestras costas es, desde luego, el modo tan propio con el que reelabora y metaboliza las líneas centrales del psicoanálisis, una disciplina que encontró en nuestro país una devoción inaudita. Inclinada siempre a cruzar imaginarios, pensó el psicoanálisis a través de la literatura y la literatura a través del psicoanálisis, en un juego de espejos invertidos, ampliación del campo de batalla para una y otra disciplina. Así, en Sol negro. Depresión y melancolía , por ejemplo, lee la obra de Marguerite Duras para rastrear, en un gesto crítico quirúrgico, lo que llama “figuras melancólicas”. Pero, ¿cómo pensar simultáneamente la literatura y el psicoanálisis sin caer en la trampa del ‘psicoanálisis aplicado’?, le preguntamos. “El psicoanálisis y la literatura son la misma cosa –dice, y traza una conciliadora pausa antes de seguir–. Salvo que una publica, y la otra guarda su descubrimiento para vivir mejor. Pero es la misma dinámica psíquica, que consiste en barrer todo lo que es palabras cansadas y modos de vida aburridos, contar un nuevo aliento, cambiar el modo de hablarse a sí mismo y de nombrar las cosas y ligarse a los otros. Algunos logran darle un lugar a esa experiencia del lenguaje e inscribir esa recreación de la intimidad y de lo personal en una tradición cultural como la literatura. Hacer una obra que se sitúa después de Balzac, o Dostoievsky o Cervantes, formar parte de una memoria cultural... para eso toman la fuerza de pulir su lenguaje, buscar un editor, ir a la televisión a publicitar su libro. Otros no dan ese paso, y se contentan con volver a casarse, o cambiar de profesión, o dejar de beber, o simplemente estar enamorados habiendo pensado que eran incapaces de amar. El laboratorio donde sucede ese click es el mismo”. En su propia práctica profesional como analista, Kristeva dice profesar la sesión prolongada, de base más bien freudiana, que busca el punto ciego para destrabar la inhibición y el síntoma. Sin embargo, la idea lacaniana del inconsciente estructurado como un lenguaje le sirvió para pensar ese proceso terapéutico desde el prisma de la lengua, y conjugar así sus campos de especialidad. Una preocupación por el lenguaje en el interior del discurso y la práctica psicoanalítica que a su modo ya estaba en el primer Freud pero que Lacan, según Kristeva, amplificó y llevó a un estadio altísimo.

El segundo sexo


Julia Kristeva llegó a Valparaíso para hablar, sobre todo, del feminismo, una de las patas más importantes de su pensamiento. En los albores del siglo XXI, elaboró a fondo la cuestión en una trilogía que tiene edición argentina bajo el título El genio femenino . Ahí toma tres casos que le sirven como paradigma para edificar una lectura de la mujer como agente de transformación humano y esquirla revolucionaria en el campo del pensamiento (Hannah Arendt), el psicoanálisis (Melanie Klein) y la literatura (Colette).

En el segundo tomo del tríptico asegura que “es posible entrever algunas constantes comunes en los genios de Arendt y Klein: ambas se interesan por el objeto y el vínculo, se preocuparon por la destrucción del pensamiento, y rechazaron el razonamiento lineal”, a lo que añade, ya en el tercer tomo, que “al nomadismo de estas dos mujeres, a su reflexión reveladora que sólo se apaciguó pagando el precio de atravesar la tragedia, Colette agrega otra experiencia que también es uno de los rostros de ese mismo siglo”. Desde los micrófonos del Puerto de Ideas, agrega: “El movimiento feminista moderno pasó por tres etapas. Las sufragistas, de origen anglosajón, que provenían del protestantismo y querían obtener el derecho a voto después de largas luchas. Luego el gran momento de El segundo sexo de Simone de Beauvoir, de 1949, en donde declara que la palabra felicidad hoy es libertad, y que en esta libertad los hombres y las mujeres son hermanos; hay una igualdad de las exigencias y también de los derechos. Fue un momento radical en la historia de la humanidad para la posición de la mujer, y sabemos que muchas de estas cosas se fueron consiguiendo, sobre todo en las democracias avanzadas, y tenemos que luchar ahora por la paridad a nivel económico, social y político. Esta universalidad no fue dejada de lado por el movimiento siguiente, fue más bien completado ese movimiento, que data de la Francia del 68, en el que yo participé sólo brevemente por cuestiones que no vienen al caso. Este movimiento se planteó una vuelta de tuerca: la mujer tiene esos derechos, sí, pero es distinta. Tiene una sexualidad diferente, una creación literaria diferente, y esto es importante”.

¿Y de qué modo ese tercer movimiento del feminismo, el de Francia en 1968, abrió caminos para que hoy en Latinoamérica, por ejemplo, tengamos ya presidentas mujeres?

Tengo la impresión de que en ese momento participamos en un movimiento que era general y colectivo, cada una desde su lugar particular. Teníamos entonces la exigencia de superarnos a nosotras mismas y superar así las normas de la sociedad. Todas esas mujeres eran unas “revueltas”, y esa revuelta fue conduciendo a esta aparición, en Latinoamérica y en otros lados, de una serie de personalidades inclasificables, singulares, animadas por una gran energía, y que tratan de trascender con los otros hacia un universo ideal, espiritual, pero tratando de cambiar las leyes y los lenguajes de la cadena humana, de la globalización. Estoy muy orgullosa de todas nosotras.

Recrear nuevos ideales


El concepto de revuelta es, desde luego, otro de los pilares centrales de la arquitectura kristeviana, y es uno de los tópicos de mayor longevidad en su derrotero pero que, al mismo tiempo, encuentra hoy una pertinente actualidad. Su último trabajo en esa línea tuvo edición española en 2000 y se tituló El porvenir de una revuelta .

Escuchémosla: “Dediqué muchos años a estudiar lo que llamo la revuelta. Como soy de formación lingüística, me dediqué primero a entender el significado de la palabra, que tiene origen sánscrito, y quiere decir pasar hacia atrás y volver hacia el futuro. Una memoria fuerte de la transformación, pero que no es nunca una negación del tipo ‘estoy en contra y mato eso’. El sentido profundo de la revuelta tiene que ver con revalorizar los antiguos valores para que surjan otros, nuevos. La palabra ‘volumen’, por ejemplo el volumen de un libro, cuyas páginas doy vuelta para aprender, viene de la misma raíz. Esa fuerza que mira hacia el futuro aprendiendo algo del pasado es la que me interesa. Otra significación que es muy querida es la que desarrollé en La revuelta íntima . Acá va a hablar la psicoanalista. Contrariamente a lo que se dice, el psicoanálisis no es algo viejo o rígido. Es una técnica que consiste en reapropiarse del pasado propio, de los padres y de generaciones anteriores, para construirse una secularidad: ¿quién soy, cuál es mi singularidad, como la puedo compartir con los otros? Estamos en la civilización de Internet, de los mensajes de textos, de Facebook. Es algo maravilloso, que incita a revueltas en el mundo árabe, por ejemplo, pero como otras cosas también tiene trampas. La trampa que me interesa puntualizar es que nos mantenemos a un nivel horizantal, no acelera la comunicación pero no se cuestiona aquello que se comunica. Uno no se pregunta por los sistemas de comunicación. Y en Francia se llega a decir incluso que la gente comunica por ‘elementos de lenguaje’. Lo que se pierde en este proceso es el lugar de interrogación de la persona, y es allí donde se ubica la especificidad de nuestra civilización, la de las luces, en la que cada ser humano es capaz de poner en problematización a sí mismo y a los otros. Y es esa capacidad de problematización que crea la experiencia humana lo que hace de cada uno de ustedes un maestro. Hannah Arendt, cuando se le preguntó cuál es la manera de combatir contra la banalidad del mal, dice que hay que restituir la capacidad de pensar libremente, plantearse preguntas, que es lo contrario de calcular mensajes. La mayoría de ustedes acá son universitarios: la universidad tiene como finalidad evitar que las personas se vuelvan calculadores de mensajes. Y para eso hay que apropiarse del pasado, pensarlo, y hacer algo nuevo. Esa es la revuelta contemporánea”.

Usted habla de la experiencia-revuelta y pone el concepto en sintonía y actualidad con los movimientos de indignados y las protestas estudiantiles en Chile. En uno de sus últimos trabajos habla de la adolescencia como un grupo “enfermo de ideales”. ¿Cómo piensa esa enfermedad de ideales en el contexto mundial de hoy?

Yo sé que, por ejemplo en el caso chileno, los jóvenes buscan una revuelta que modifique las estructuras pragmáticas, como los subsidios y las becas, pero al mismo tiempo buscan un cambio en los valores. Recrear nuevos ideales: ese es el sentido real de la palabra revolución. Eso es posible solamente si uno se cuestiona a sí mismo, si es capaz de atravesar experiencias interiores, y recién después uno podrá traspolar eso a una sociedad encadenada por las finanzas y por los elementos del lenguaje. Eso está en la base de lo que buscan los estudiantes. Hay muchos jóvenes que no participan de estas manifestaciones, y que cuando van al analista nosotros percibimos en ellos la experiencia de la revuelta, pero ellos todavía no lo saben o no pueden expresarlo. En ese sentido, y esto tiene que ver con lo que está pasando en el mundo, el psicoanalista está ahí para comprender al que busca nuevos ideales, al que está cansado, aburrido e indignado de los antiguos ideales. Pero cuidado: el psicoanalista no es un sacerdote o un educador que le va a dar a esos jóvenes un guión moral. El psicoanalista les puede legar, solamente, una confianza. Les va a decir ‘ustedes tienen que crear, vayan’”.




Próxima estación: Buenos Aires


En Buenos Aires, el pensamiento kristeviano y el de todo su grupo –la escuela francesa, diríamos– pegó con fuerza en la Academia argentina de la reconstrucción democráctica e hizo metástasis en las aulas de los años ochenta y noventa de un modo profundo. Las cátedras de Pezzoni, Panesi, Ludmer, Sarlo y tantas otras acusaron recibo de ese pensamiento disrruptivo y pusieron a jugar aquellas teorías con la tradición local. De una manera tremendamente vital, estos textos funcionaron como un deshielo o un golpe de luz para modernizar la Academia y el pensamiento argentino después de los años oscuros. Con la década de 2000, las inquietudes de Julia Kristeva siguieron transformándose y diversificándose. Ningún volantazo atomizó su inspiración, lo que demuestra una vez más, por si hacía falta, que la persistencia acrítica de las taras juveniles, por más exitosas o productivas que hayan sido, es lo que verdaderamente envejece un pensamiento. Así, sus múltiples líneas de sentido se estudiaron aquí en círculos bien distintos: la Escuela de Orientación Lacaniana, la Asociación Psicoanalítica Argentina, la Facultad de Filosofía y Letras, los estudios de género, la facultad de Sociales. Algunas traducciones argentinas acompañaron a lo largo de los años el desembarco de este pensamiento, y otros libros españoles o en su idioma original circularon de mano en mano o en gastadas fotocopias. Esa misma experiencia transmitían los lectores de Kristeva en Valparaíso, y esa es, sin dudas, la experiencia compartida de un continente que, además de leerla, ha encontrado muchas veces en el día a día político, social, psicoanalítico y literario de sus países la materialización de esa vasta teoría de vida.




FUENTE: REVISTA Ñ- 11/11/11

sábado, 12 de noviembre de 2011

dos poemas de myriam rozenberg








Lunes de Riachuelo

Observo de reojo el río.
No.
El Riachuelo.
Y ese olor putrefacto entristece la mañana
opresor como la memoria de los muertos
arrinconado a un cuestaabajo de ciudad
a patio trasero con vergüenza
pared de urbe que se desliza en una promesa lacrimógena.


Los barcos difuntos en el agua
se inclinan en una última tentativa de permanecer erguidos
desafiantes de la erosión y los golpes del viento
no son chatarra aún
vienen siendo salvados por los vacíos legales.


Y esa gente que se marchita en la costa
construyendo sus casas con ventanas
horizonte de manchas oscuras y espumantes que flotan
con rumbo inexplorado?

La vida como el agua sin espejos del Riachuelo
sólo fulgores irisados
ilusiones de rincones tibios
penumbra de relojes consumidos
asesinados en su precocidad de historia.

Ni siquiera la sombra de una leyenda urbana.




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Genghi y el secreto

Tú no tienes necesidad de ser el príncipe Genghi para ser amado.
Marguerite Yourcenar
El último amor del príncipe Genghi




Dama del Pueblo de las Flores,
ahora que Genghi, el seductor de Asia,
a quien tanto amaste, está muerto,
no rompas en llanto.
Antes de partir el recordó en voz alta
a la Princesa Azul , su primera mujer,
a la Dama del Pabellón de las Campanillas,
a la joven madrastra con quien fueron infieles a su padre,
a la esquiva mirada de la Dama Cigarra del Jardín
a la resignada Dama de la Larga Noche
y a las que lo acompañaron en su soledad voluntaria:
Ukifine, la hija del granjero So- Hei
y la sumisa y entrañable Chujo,
las cuales eras tú,
su antigua concubina,
escondida bajo otros aromas y vestidos,
que en su vejez de hombre ciego y casi sordo
no supo reconocer.
No te lastimes porque en su larga lista de amantes
él no tuvo palabras para ti.
No es que te haya olvidado. No.
Es que eras su más distinguido secreto
y tu nombre tan dulce y venerable
que lo conservó por siempre
para que no anduviera de boca en boca.

sábado, 5 de noviembre de 2011

el placard: POEMAS DE RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN

el placard: POEMAS DE RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN: LA LIBERTAD I De pronto entró la Libertad. La Libertad no tiene nombre, no tiene estatua ni parientes. La Libertad es feroz. La Li...

revistas literarias: "el escarabajo de oro" y "el ornitorrinco"

"Toda revista literaria dialoga con su presente", dice la escritora Liliana Heker
En una entevista con AUNO, la escritor destacó a la palabra como "herramienta para representar el mundo y como representación estética”. Junto a Abelardo Castillo, Heker dirigió las revistas literarias El escarabajo de oro y El ornitorrinco.
Cuando tenía sólo 17 años, fue secretaria de redacción de la revista El grillo de papel. Liliana Heker habló sobre las características de las publicaciones, los escritores que participaron, el contexto social y político que influyó en el contenido de las mismas, como así también las dificultades económicas que sufrieron para sostenerlas.

P. ¿Que fue El grillo de papel , además de ser un antecedente de El escarabajo de oro?

R. El grillo de papel fue sobre todo una revista literaria. En verdad, se desprende de otra revista llamada Gaceta Literaria, dirigida ésta por Pedro Orgambide. Esta última era una publicación eminentemente de izquierda y apoyaba de forma incondicional al Partido Comunista. A partir de entonces, se forma toda una polémica en torno a si se debía o no adherir al Partido Comunista de la forma en la cual la revista lo hacía, y se produce así, de este modo, una separación en este (primer) grupo. Surge entonces la idea de fundar una nueva revista. Luego de discutir muchos nombres y dar muchas vueltas, se funda El grillo de papel. Allí, originariamente, estaban Humberto Costantini y una poetisa que finalmente no llegan a formar parte del proyecto.
Quienes sí dirigen luego la revista son: Abelardo Castillo, que además publica en el primer número de El grillo de papel su primer cuento, llamado El marica, Arnoldo Libertman, Víctor García Robles, que al igual que Libertman era poeta, y Oscar Castelo. A El grillo de papel me integro yo, cuando sólo tenía dieciséis años de edad, tras mandar un poema y una carta. El grillo de papel salió durante seis números solamente. En septiembre de 1959 salió el primer número. En el sexto número, cuando yo ya tenía diecisiete años de edad, era secretaria de redacción de la revista. En ese momento, habían renunciado dos de los cuatro directores y sólo quedaban Abelardo castillo y Arnoldo Libertman. El número seis fue el último número de esa revistal. Además, había sido el número aniversario aquel. A fines del año sesenta la revista fue prohibida por un decreto. Se prohibieron varias revistas de izquierda, revistas culturales. Se prohibió la revista Che, Fichero y la excelente revista de humor Cuatro Patas.

P. ¿Cómo comienza a gestarse El escarabajo de oro?

R. La fundamos Abelardo Castillo y yo, en 1961. Arnoldo Libertman, que entonces se estaba por casar, de alguna manera sintió que El grillo de papel había cumplido su ciclo. Igualmente, en los primeros números de El escarabajo de oro, Arnoldo Libertman era todavía director, y participó en este proyecto hasta el año 1962/ 1963, más o menos.

P. En aquellos primeros años, ¿cuáles eran los objetivos que tenía El escarabajo de oro?

R. El proyecto tenía como intención fundamental elegir textos de una enorme calidad literaria. Además, por otro lado, la revista se caracterizaba por tener ideales de izquierda, era absolutamente independiente. Se publicaron diferentes artículos de opinión, ensayos, en fin, se publicó realmente a toda una generación de nuevos escritores. Escritores tales como Ricardo Piglia, Isidoro Blaistein, Vicente Batista, Abelardo Castillo, yo misma (Liliana Heker), entre tantos otros. Por otro lado, en El escarabajo de oro se lo defendía a Jorge Luis Borges, lo que no era en verdad usual en revistas de izquierda, sobre todo.

P. Hay también una fuerte defensa a Ernesto Sábato, en el número 5 de la revista El escarabajo de oro ¿no?

R. Sí, en un principio realmente sí se lo defendió. Antes de que se publique Sobre héroes y tumbas, Ernesto Sábato publicó en la revista un anticipo de la novela. En aquel momento, sus posiciones ideológicas eran bastante más radicalizadas de las que más tarde tuvo. Sábato se encontraba entonces cerca de El escarabajo de oro.

P. ¿A qué se debía la constante alusión a El grillo de papel en El escarabajo de oro. Me refiero sobre todo a secciones como "Cazando grillos", "Grillerías" o "El quiosco del grillo"?

R. El escarabajo de oro es una continuación de El grillo de papel, así como El Ornitorrinco es una continuación de El escarabajo de oro. De cualquier manera, El escarabajo de oro ha sido más definida ideológicamente que El grillo de papel pero, así también ésta fue una revista muy querida por sus contemporáneos, en verdad, todo fue una continuidad.

P. ¿Con qué frecuencia salía El escarabajo de oro?

R. Teóricamente cada dos meses. Durante varios años pudo salir cada dos meses, después se hizo cada vez más dificultoso sacarla. Ya en el año 1965, esa frecuencia comienza a variar cada vez más. Nosotros decíamos que era la primera revista católica, ya que salía cuando Dios quería. Todo lo hacíamos nosotros, la revista se mantenía con la venta misma. Una de las cosas que recuerdo es que el número 30 de El escarabajo de oro se había demorado muchísimo, entonces sacamos otro que fue el número 29 y medio, en fin, hacíamos lo que queríamos en realidad.

P. ¿Cómo se conseguían las publicidades en aquella época?

R. Las publicidades, en su mayoría, las debo haber conseguido yo. Iba y veía a los editores, a los quiosqueros. La revista realmente se vendía mucho. Llegaron a venderse cinco mil ejemplares, lo cual quería decir que la leían alrededor de veinte mil personas. Por ejemplo los estudiantes compraban una revista para que cuatro o cinco personas puedan leerla. Como la repercusión era evidentemente importante, y además El escarabajo de oro tenía un público privilegiado para los vendedores de libros, a las editoriales les convenía publicar en la revista, ya que salía mucho menos que un aviso en un diario y entonces todo les resultaba muy efectivo.

P. ¿Cómo se fueron acercando a la revista colaboradores de distintos lugares del mundo como Cortázar, Haroldo Conti, Carlos Fuentes, Roa Bastos, Beatriz Guido, Sábato y Nicanor Parra, entre otros?

R. Cortázar, Fuentes y Roberto Fernández Retamar estuvieron desde siempre junto en la revista. El escarabajo de oro tuvo siempre colaboradores realmente muy prestigiosos.

P. ¿Cómo recuerda a El escarabajo de oro y además, en qué medida cree que esta revista contribuyó a las letras latinoamericanas?

R. Son parte de mi obra, para mí y para todos los que hicimos la revista ha sido y es muy importante; tanto para los escritores como para los lectores de aquella generación ha sido muy importante. La revista fue una continuidad, claro que en distintos contextos políticos, sociales y económicos. Desde el año1959 hasta el año1986 cuando finalmente deja de salir El Ornitorrinco. Vale decir, una revista literaria siempre dialoga con su presente. El escarabajo de oro, en los '60 '70 tenía que mantener o no un diálogo con el Partido Comunista, enfrentarse a la postura cristiano/ marxista, la revolución cubana, las posiciones de Jean- Paul Sartre. En cambio, El Ornitorrinco, que sale en 1977, ya en plena dictadura militar, tenía que enfrentarse a una realidad verdaderamente distinta, las discusiones eran totalmente distintas. Se discutía entonces a cerca de la defensa o no de los derechos humanos, sobre el problema del exilio, etc.

P. El escarabajo de oro se publicó desde el año 1961 hasta el año 1974 ¿por qué cerró la revista en ese año?

R. Nosotros éramos totalmente insolventes y ya no alcanzábamos a pagar los gastos del papel de una revista a otra, de un número a otro. Firmaba pagarés, cheques voladores, y luego salíamos desesperados a cobrarle a los editores, a los quiosqueros, en fin, la situación para la revista se había tornado insostenible. En 1974 ya no había posibilidad de financiar El escarabajo de oro, y de esa forma cierra.

P. ¿Por qué se cambia, mas o menos en el número 14 de El escarabajo de oro, el acápite de Goethe "gris es toda teoría y verde el árbol de oro de la vida" por el de Friedrich Nietzsche "di tu palabra y rómpete", que acompañaba en cada edición al título de la revista, en cada una de las portadas?

R. La frase de Goethe era el acápite de El grillo de papel, entonces decidimos que debía seguir en El escarabajo de oro. Luego nos gustó mucho más la frase de Friedrich Nietzsche porque tenía mucho más que ver con nuestra posición con respecto a la literatura y a la realidad de aquel momento: la palabra como herramienta para representar el mundo en el que vivimos y la palabra como representación estética, esa doble acepción le adjudicábamos al lenguaje entonces. Yo creo, al igual que Abelardo Castillo, que un escritor debe trabajar sus palabras, su lenguaje, sus textos literarios, hasta las últimas posibilidades, y es en ese sentido, que funciona el "di tu palabra y rómpete" de Friedrich Nietzsche.

P. ¿Por qué los nombres de las revistas, El grillo de papel y El escarabajo de oro?

R. En el primer año de El grillo de papel, cuando aún yo no estaba en él, iban a ser seis los directores que, además de todavía conocerse muy poco entre ellos, integrarían la revista. Abelardo Castillo acababa de llegar a Gaceta literaria, Humberto Costantini estaba hacía un tiempo allí, y todos eran verdaderamente muy diferentes. Pensaron en aquel entonces muchas cosas, varios nombres para el nuevo proyecto literario, cada uno más feo que el otro; por ejemplo, se hablaba de nombres tales como Encuentro, El ladrillo, etc. Alguien, no recuerdo quién exactamente, llegó uno de esos días con un libro de Conrado Nalé Roxlo y lo abrió en el poema "El grillo de papel" y así fue como quedó el nombre con el que la revista finalmente se conoció.
Cuando a fines de 1960 se prohíbe El grillo de papel, Abelardo Castillo y yo decidimos sacar otra revista, así que pensamos en la continuidad de aquella. Y eso nos llevo a otro bicho. Abelardo Castillo, que había terminado su obra Israfel y además era un gran conocedor y un gran admirador de Edgar Allan Poe, a modo de homenaje decide, junto conmigo, que el nombre del nuevo proyecto tenía que ser El escarabajo de oro. Cuando deja de salir El escarabajo de oro, en el año 1974, y comienza en el año1977 el entusiasmo por sacar "otra vez" otra revista, todo indicaba que el nuevo proyecto literario debía ser el bicho más raro posible. La nueva revista sería realmente un bicho raro. Así surge El Ornitorrinco, bicho que, por otro lado, tiene formas muy raras: tiene características de mamífero, pero pone huevos, tiene pico de pato, es realmente un bicho muy raro. Fueron esos años un periodo de enorme represión, de enorme censura. Sin embargo, y pese a todo, nosotros nunca dudamos que para los lectores de aquella generación El Ornitorrinco fue una continuación de El grillo de papel y de El escarabajo de oro. ¡Por suerte!, para los censores y represores no fue así.

Ficha técnica:

Liliana Heker nació en Buenos Aires, en el año 1943. Llegó a sumarse con sólo diecisiete años de edad a la prestigiosa revista literaria El grillo de papel, dirigida entonces por Abelardo Castillo y Arnoldo Libertman. Los cuentos completos de Heker han sido traducidos al inglés. Del mismo modo, muchos de sus relatos se han publicado en Alemania, Rusia, Turquía, Holanda, Canadá y Polonia. Todos sus cuentos han sido reunidos en el volumen Los bordes de lo real (1991). Asimismo, publicó dos novelas: Zona de clivaje (Alfaguara, 1997) y El fin de la historia (Alfaguara, 1996). La crueldad de la vida (Alfaguara, 2001) es su último libro de cuentos. En 2003 publicó Diálogos sobre la vida y la muerte (Aguilar).

Entre los colaboradores permanentes del Escarabajo de oro figuran: Carlos Alonso, Isidoro Blainstein, Carmelina y Luis Castellanos, Haroldo Conti, Humberto Costantini, Beatriz Guido, Arnoldo Libertman, Marta Lynch, Elbia de Marechal, Augusto Roa Bastos, Ernesto Sábato, Dalmiro Sáenz, Raúl Schurjin y Armando Tejada Gómez, entre otros. También el cubano Roberto Fernández Retamar, los chilenos Fernando Alegría, Pedro Lastra, Nicanor Parra y Gonzalo Rojas; el peruano José Miguel Oviedo; los españoles Félix Grande y Fernando Quiñones y desde Francia, el argentino Julio Cortázar y el español Juan Goytisolo; y desde Polonia, Juozas Kekstas.



FUENTE: AGENCIA UNIVERSITARIA DE NOTICIAS Y OPINIÓN. UNIV. DE LOMAS DE ZAMORA.

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