"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

martes, 18 de octubre de 2011

moscas verdes





MOSCAS VERDES



El espectáculo es eso. Espada y vena.

Un soñador incapaz de ver más allá del horizonte.

Hoy es mejor que mañana pero los muertos son los que

Se renovarán y nacerán cada día

Y cuando intenten dormir, los conducirá la matanza

De su letargo hacia un sueño sin sueños. No importa

El número. Nadie pide ayuda a nadie. Las voces buscan

Palabras en el desierto y responde el eco

Claro, herido: No hay nadie. Pero alguien dice:

“El asesino tiene derecho a defender la intuición

del muerto”. Los muertos exclaman:

“La víctima tiene derecho a defender su derecho

a gritar”. Se eleva la llamada a la oración

desde el tiempo de la oración a los

féretros uniformes: ataúdes levantados deprisa,

enterrados deprisa... no hay tiempo para

completar los ritos: otros muertos llegan

apresuradamente de otros ataques, solos

o en grupos... una familia no deja atrás

huérfanos ni hijos muertos. El cielo es gris

plomizo y el mar es azul grisáceo, pero

el color de la sangre lo ha eclipsado

de la cámara un enjambre de moscas verdes.




mahmud darwish
de "ramala",2006
traducción de María Luisa Prieto




FUENTE: COPYPEGADO DEL "POESÍA ÁRABE"

domingo, 16 de octubre de 2011

poesía de luciana mellado






Sangre
La niña sangra y en hembra la transforman
y el juego se suspende sin pausa y sin aviso.
Despiertan sed sus nuevas humedades
y la arena es barro en sus manos aún torpes.

Los perros domésticos hociquean su sexo
intolerantes al disimulo de una sangre
que cambiará de color en cada parto.

Los ojos de la niña se espesaron
ya no ve ramos de transparencias en el aire.


Otro naufragio

Busca un canto subterráneo
porque su mediodía se repite demasiado.
Juega el juego de las combinatorias
y no la sorprende ninguna posibilidad.
No sabe su nombre esa mujer.
Habla el idioma del miedo
y nadie quiere escuchar su terror
que se repite, plasmático, evidente.
¿Será invisible siempre esa mujer?
¿Qué crepúsculo le besará los pasos?
¿Qué fábula contará sus fiebres?
Busca un canto subterráneo
porque su mediodía se repite demasiado.

El cuerpo y la nostalgia

A mi abuela

Vagidos secos anuncian la aurora sin que nada inaugure el sueño
o ¿debo decir que soy yo quien te mira las manos
telaraña de belleza, ternura desgarrada?
Esto ocurre en un lugar intraducible donde la muerte bebe
la inocencia de niñas muertas
que nadie busca / que nadie reclama.
Una procesión atraviesa el sendero de tus ojos cerrados
camino breve que dilata el sueño, jardín de malezas y de lluvias
animal que huele el precipicio y arremete.

Tus ojos I
A Andy

Nada es inocente en este mundo
salvo tus ojos.

Tu cuerpo quemado / incendiado por los años
dibuja dos grandes soles
anillos sabios que te acercan a lo divino.

No exagero, es cierto, todo sobra en mi casa
todo es olvidable
menos los puentes acuosos de tus ojos.

Como aquello que ignoro conociendo
o mejor aún lo insondable de vos.
Te oigo desde lejos.

(Las niñas del espejo. Bs. As.: Botella al mar, 2006)

Renuncia escolar

Que otra cante las gestas de esos héroes testiculares,
pulcros rostros de a caballo, testiculares.
Que otra ice la bandera en el patio escolar
bajo el viento frío azotando las rodillas desnudas
justo un centímetro antes o después
de la pollera tableada.

Ventura del asombro

Soplo de amor que organiza el mundo.
Aquí estás en la noche descosida,
tiritándome, entrañable.
Niño, garras de león,
camélido que paladea el ocaso.
Plural.

Composiciones de lo singular

Ola contra roca y viceversa.

Yo escucho muchas olas
adentro de esa única
pueblos de agua que se mueven
y salivan espuma.

Yo intuyo muchas rocas
en el principio de esa única
multitudes de piedras que se comprimen
canto sobre canto.

Yo respiro este lugar
donde las superficies se tocan / sin penetrarse
donde el aire te acribilla los ojos
y la belleza no puede ser devorada.

(De Crujir el habla, Bs. As.: Botella al mar, 2008)

I

Los murmullos de la historia tienen voz familiar
vienen de la morada
de la casa propia.

Son visitas debidas que alguien debe hacer
de algún modo
en algún momento
sin el gusto necesario
de intuir / desear
una respuesta.

A veces con las manos también
se zafa de la muerte
pero lo dicho no siempre dice algo.

III

El calor del aire me espesa el camino
mientras los pasos andan
en cuerpo lento
entre ovillos del cielo y la memoria.

La encrucijada abre distancias
pero los pasos se acercan a otros pasos
y se emparejan como calles idénticas
en sus desvíos.

No se sabe por qué se emprende el viaje,
se busca un padre o se busca un hijo
la sombra de una lengua que diga que existimos.

IV

Antes
ella volvió al desierto desde otra soledad
en la ciudad gigante
cuando se fue tan llena de mí
por todo el vientre
de filamentos o de brotes
naciéndoles más piernas,
brazos como ramitas con dedos temblorosos
un tronco que parecía un carretel de hilo
dentro de una mujer tejida
con lana de agua y padre.

No volvió al desierto por otra soledad
con otro par de ojos mirando sin palabras
los verdores del barrio, el camino a la casa.

Yo no sé a qué volvimos / una adentro de la otra
caminando hacia abajo / volviendo o escapando
mientras el sol brillaba
y empezaba la siesta.
V

¿Habrá llorado un mediodía
bebiéndose el camino
o en cercanía de un perro
abrazada a sí misma?

¿Habrá rezado en la noche
entremezclada
llena eres de gracia
con los ojos cerrados
bendita
recordando la espesura
entre todas las mujeres
durante lo callado
en casa ajena
sobre un mundo pequeño
el fruto de tu vientre
a punto de caerse?

¿Habrá querido desentrañarse
en todas las lenguas
que antes la dijeron
o habrá sido sola
totalmente
sola
sin ser dicha?

VII

¿Ve aquel mundo de al lado
que huele a tomillo y laurel?
Lo ve. Mírelo.
Usted también.

¿Ve a la mujer de trenza larga
como hondura de cielo?
¿La ve?
Está sentada en un banquito
torciéndose las manos
con lanas y con hilos.

¿Y a la mujer callada
que curte cueros
para hacer quillangos?
¿La ve?
De zorro son, sí,
y de caracul.

¿Y a la niña muerta
con ojos de eclipse?
¿La ve?
Es tan bella y pequeña
como una mariposa azul.

¿Y aquella calle que atraviesa
la puerta, la ve?
Por esa calle se fue mi hija,
la mayor.

XVIII

Y en la mitad del mundo te encontrabas
desgajado de mí para mi sed primera
el resplandor que precedía al silencio
era el perfume de tu nombre
simple
el agua donde te convertías en vino
y en la sed misma hasta el jardín tejido
con nudos de viento desde la marea donde
los peces pequeños desprecian
todo mundo sólido
entonces
para qué hablar con estos dioses
si en el cuerpo tanta víspera no era
más que el propio cuerpo suspendido
sin prisa por caerse
o elevarse
hacia el amor que de pronto fue crecido
como un embrión celeste
en los entrañas
o la espuma
en el borde de la noche.


XXXIV

Como cigarra voy
por sus dedos de azafrán
convertida en piedra que crepita,
la crujida.

No tengas miedo,
hija
escucharás el agua
y estarás desnuda

pero la muerte
siempre
es no mirar atrás.

(De Aquí no vive nadie, 2010)





Grillo

Canta un grillo
pero ¿canta o triza el silencio de enero
en la noche sin tormenta?

El grillo se escucha y la luna se mira.
Yo no supe nunca escuchar luna
ni ver ojo de grillo titilando.

Dicen que los grillos se frotan sus patitas
sus patitas solos
como el buey que solo se lame.

Yo también me lamí sola varias veces:
cuando me deshabitó el amor
y se hizo débil y blando y se hizo poco
un desahuciado, una bruma
detrás de los espejos.

El grillo canta o se toca o llora.
También yo me tocaba cuando las sombras
del mundo no rozaban las frutas verdes
de la soledad.

Pero también te amaba
cuando el río invertía su camino
y la lluvia era una raíz cruda
que buscaba el sol bajo la tierra.

Todo esto lo sé ahora
mientras el grillo canta o se toca o llora
y nadie me pregunta
ni tu voz me germina.

Como el grillo que canta
cantaba yo el dolor desde mi cuerpo
y mis manos o sus patas
ardían la tersura vestidos como estábamos
con bermudas y remeras
escote en v.

Me hundía las raíces en el viento
y lloraba como el grillo
por no crecer en ningún surco
en ninguna hendidura.
Y me volaba en las sílabas
nacidas de tu boca,
la perturbada lengua de los niños
que aún no saben hablar
según sus padres.




Mariposa

Quién es esta mujer que apenas si resiste
el golpe seco remacharse en el cuero
quién es esta mujer que llama al sueño
sin tejido / sin las armas de San Jorge
sin la carne blanda de la rosa
desatada del mundo quién es
con un amor tan grande
y rebalsado.

Quién es esta mujer tendida
en el borde de la soledad
sombra quemante
que no tiene perdón
incinerada por el frío / un golpe seco
en la cáscara
que se ha muerto de vida
un par de veces
y de miedo ha retumbado
con la fiebre
rataplam el cuero
y el silencio de esa mujer
suena a silencio
entre ramas resecas.

Sabe que el invierno es frío
y los pies siempre son pequeños
para cruzar el océano de golpe
y es muy inconveniente que se acabe el suspiro
y una se infle como pez ahogado
boqueando con los ojos abiertos como bocas
un pez lleno de aire y vacío
que respira la solidez del miedo
las muchas cosas arrojadas bajo el humo
del amor que me retiene
aquella niña muerta que le cuelga en la espalda
la niña con flequillo, la siamesa que ríe
debe haber planeado una venganza
o una fiesta en el bosque que consuele.

Pero ahora el tambor atado a cada golpe
plam plam rataplam
plam rataplam
plam plam
plam.

Vuela el tiempo quemado como una mariposa
que se incendia en la llama
débil de la vela.

¿Bailará esta noche su fragilidad?
¿Perderá sus alas o su filo?
¿Quedará ciega y cantará feliz
la copla de su transmutación?

Quién es esta mariposa
recostada en la cama
mirando para afuera
esperando que el viento que la mata
la salve
plam
desde las alas
plam plam
rataplam.


(En “Vuelo de pez”, julio de 2011)




Sueltos (III)

ando ciega
con los ojos abiertos / llenos de agua
lejos del jardín

ando ciega
que es también decir oscura
llena de luz
rebalsada
marchita por exceso

ando ciega
y no sé regar los ojos
con piedad

qué dicen los ojos
que miran

qué dicen los ojos
que no miran

¿todo verdor perecerá?
Sueltos (IV)

La razón es un catre duro
donde nadie duerme
cómodo dos noches.

Oscuridad
que no traga la noche.

La razón no tiene ropa
para esta desnudez.



Sueltos (V)

no sé cómo subirme a mis zapatos

el agua o el amor me golpea

me ahogo sola
entre plumas de carbón
que suenan
como gota en el incendio

no sé cómo subirme a mis zapatos
hoy
que necesito
bajarme del mundo


Preguntas de sirena (I)
qué es el viento que me hunde y me salva, quién me hunde y me salva, quién sopla adentro de mi carne en llamas, quién soy yo escondida adentro de los otros, y los otros en mí callados en la lengua, quién habla, cómo, dónde, en el rumor que crece inteligible como un animal rabioso o moribundo, quién es esa que abre los ojos para apagar la luz del mundo, cuándo tendrá nombre, una casa donde guardar los brazos, las plumas impares de sus alas, la escama de su piel, sirena ahogada entre tantas preguntas.


(inéditos, publicados en el blog enlapiznegro.blogspot.com)

jueves, 13 de octubre de 2011

poema de rené char





Hay llamas
Más vistosas que las manos que hacen rodar las pesadillas
Sobre la memoria

Se llega al sol por encantamiento
... El amor tiene un acentuado sabor a vidrio
Es el coral que surge del mar
Es el perfume desaparecido que vuelve al bosque

Es la transparencia que paga su deuda
Es siempre esa cabeza
De labios deliciosamente entreabiertos
De este lado del muro
Y del otro lado quizás en la punta de una pica

Ralentir traveaux


de rené char


traducción de aldo pellegrini

miércoles, 12 de octubre de 2011

insomnio


INSOMNIO




No duermo, ni espero dormir.
Ni en la muerte espero dormir.
... Me aguarda un insomnio
de la amplitud de los astros
y un bostezo inútil,
extenso como el mundo.
No duermo;
no puedo leer cuando me despierto de noche.
No puedo escribir
cuando me despierto de noche,
no puedo pensar cuando me despierto de noche
¡Dios mío,
no puedo ni soñar cuando me despierto de noche!
¡Ah, el opio de ser cualquiera otra persona!
No duermo; yazgo, cadáver despierto, sintiendo,
y mi sentir es un pensamiento vacío.
Pasan por mí, trastornadas,
cosas que me sucedieron;
todas aquellas
de las que me arrepiento y me culpo;
pasan por mí, trastornadas,
cosas que no me sucedieron:
todas aquellas
de las que me arrepiento y me culpo;
pasan por mí, trastornadas,
cosas que no son nada,
y hasta de esas me arrepiento,
me culpo, y no duermo.
Carezco de fuerza para tener la energía
de encender un cigarrillo.
Contemplo la pared de enfrente de mi cuarto
como si fuera el universo.
Fuera hay el silencio de esa cosa total.
Gran silencio aterrador
en otra ocasión cualquiera,
en otra ocasión cualquiera
en la que pudiera sentir.
Estoy escribiendo unos versos
realmente simpáticos:
Unos versos
que dicen que nada tengo que decir,
unos versos que insisten en decirlo,
versos, versos, versos, versos, versos...
Tantos versos...
Y la verdad entera y la vida entera,
¡fuera de los versos y de mí!
Tengo sueño y no duermo,
siento y no sé qué sentir.
Soy una sensación
sin la correspondiente persona,
una abstracción de autoconciencia
sin de qué,
salvo de lo necesario para sentir conciencia,
salvo, yo qué sé salvo qué...
No duermo. No duermo. No duermo.
¡Qué sueño tan grande en toda la cabeza,
y sobre los ojos, y en el alma!
¡Qué sueño tan grande en todo,
salvo en poder dormir!
Oh amanecer, tardas tanto... ven...
Ven inútilmente
a traerme otro día igual a éste,
seguido de otra noche igual a ésta...
Ven a traerme la alegría de esta esperanza triste,
porque siempre eres alegre
y siempre traes la esperanza,
según la vieja literatura de las sensaciones.
Ven, trae la esperanza, ven, trae la esperanza.
Mi cansancio penetra hasta el fondo del colchón.
Me duele la espalda por no estar acostado de lado.
Si estuviera acostado de lado,
me dolería la espalda por estar acostado de lado.
Ven, amanecer, ¡llega!
¿Qué hora es? No lo sé.
No tengo energía para tender la mano hasta el reloj,
no tengo energía para nada, para nada de nada...
Sólo para estos versos, escritos el día siguiente.
Sí, escritos el día siguiente.
Todos los versos se escriben siempre el día siguiente.
Fuera, la noche absoluta, el sosiego absoluto.
Paz en toda la Naturaleza.
La Humanidad reposa y olvida sus amarguras.
Exactamente.
La Humanidad olvida sus alegrías y sus amarguras.
Es lo que suele decirse.
La Humanidad olvida, sí, la Humanidad olvida.
Y es que incluso despierta la Humanidad olvida.
Exactamente. Pero yo no duermo.

lunes, 10 de octubre de 2011

crímenes sobre los que se construyó nuestro Estado

lUNES 10 DE OCTUBRE 2011


DIALOGOS › LA ANTROPOLOGA DIANA LENTON, A PROPOSITO DE UN NUEVO 12 DE OCTUBRE

“El Estado se construyó sobre un genocidio”
Integrante de la Red de Investigaciones en Genocidio y doctora en Antropología, Diana Lenton aporta pruebas del genocidio de los pueblos originarios. Campos de concentración, asesinatos masivos, fusilamientos y niños robados. Roca, el papel del Estado, la sociedad y los intelectuales.






Por Darío Aranda


–¿Por qué afirma que el Estado argentino se funda sobre un genocidio?

–El Estado moderno constituye una forma de entender las relaciones entre Estado y sociedad, y construye todo un modo político de accionar, una normativa, instituciones que se fundan en el mismo momento que se realiza el genocidio. Y no lo relacionamos sólo porque es contemporáneo al genocidio sino porque esa estructura de Estado requirió que no hubiera más diversidad interna en el Estado. Se anulan los tratados con los indígenas, el Estado se garantizó que no iban a interferir en la constitución de ese Estado. Es lo que se llama genocidio constituyente, son genocidios que dan origen a un Estado.

–Existen sectores que aún niegan que haya sido un genocidio. ¿Qué pruebas dan cuenta de que sí lo fue?

–Las ciencias sociales no tienen un concepto analítico acabado. Desde el campo jurídico internacional sí, lo provee Naciones Unidades en 1948 para juzgar los crímenes del nazismo. Esa definición habla de distintos elementos. Es genocidio cuando se puede establecer la intencionalidad de destruir a un pueblo. Otra característica es impedir la reproducción de ese grupo y también el robo de niños, cuando son secuestrados y entregados a familias de grupos dominantes, y se les reemplaza los nombres, porque así se atenta contra la continuidad de ese pueblo porque se le roba la memoria.

–¿Qué hechos concretos hubo?

–Matanza de población civil. Algunos tienen la imagen de batallas al estilo romántico de un ejército contra otro. La característica de la campaña de Roca es que está principalmente dirigida a la población civil. Las memorias del comandante Prado dicen claramente que el ataque a las tolderías es para caerles encima a las mujeres y niños que quedaron cuando los hombres no estaban. Estaba planificado así para llevarse el botín, sobre todo el ganado, y las familias porque ésa era la operación que iba a llevar a los indios a rendirse. Son operaciones contra la población civil, donde mueren mujeres y niños, o eran enviados como mano de obra esclava para el trabajo doméstico urbano o para la agroindustria, caña de azúcar y viñedos. También se cumplen otros elementos de genocidio, el someter a la población a condiciones que acarreen daño en su subsistencia, que pueda provocar enfermedad o muerte, y eso implicaron los traslados de la población sometida a campos de concentración.

–Ustedes dan cuenta de que el diario La Nación lo llamó crímenes de lesa humanidad.

–Mitre decía que lo que hacía Rudecindo Roca, hermano de Julio Argentino, eran crímenes de lesa humanidad porque se fusilaban prisioneros desarmados y se tomaban prisioneros a mujeres y niños. Para un sector del espectro político no era lo correcto, incluso Mitre, que no era nene de pecho, que tuvo responsabilidad en la guerra del Paraguay con episodios espantosos, sin embargo estaba asombrado, no criticaba que se hiciera la Campaña, sí cuestiona que un gobierno estuviera minando su propia legitimidad al desoír lo que eran avances de la civilización.

–También hubo campos de concentración.

–Hubo campos de concentración en Valcheta, Martín García, Chichinales, Rincón del Medio, Malargüe, entre otros. Son todos lugares donde se encierran a las personas prisioneras sin destino fijo. La autoridad militar era la dueña de la vida y muerte de ellos. La idea era de depósito porque iban a ser distribuidos. Eran prisioneros y esclavos. Se recibían pedidos de Tucumán, ingenios, de Misiones, estancias. Llegaban como familias y se los separaba. Hay pruebas de la violencia, cartas entre curas y arzobispos. Había muerte por las condiciones a las que estaban sometidos, ahí está también el genocidio. Y también había suicidios por el trauma social al que estaban sometidos. Los padres sabían que les quitaban a sus hijos, lo veían y decidían matarse. O mujeres que se tiraban al agua con sus hijos. En Valcheta hay documentos donde se describe que no se les daba alimentos y morían de hambre.

–¿Qué documentos existen?

–Existe mucha documentación oficial para discutir la historia impuesta. Los archivos oficiales, Archivo General de la Nación, la Armada, los archivos de las provincias. Y archivos privados de personas, de militares que han escrito cartas. También documentos de la Iglesia: de ahí surgen datos de cientos de chicos destinados a Jujuy y Tucumán. Quedan claras las edades de servicio doméstico, chicos desde los 2 o 3 años y hasta los 8. Los adultos que eran destinados al cañaveral y morían con sus familias, eso también es parte del genocidio.

–¿Hay cifras?

–El Poder Ejecutivo decía para 1879 que se habían trasladado 10 mil prisioneros de lo que era la frontera, se estaba recién en la zona norte de Patagonia, para trabajar hacia el Norte y Mendoza, industrias, servicios doméstico y Martín García. Para 1883, un informe oficial ya dice que son 20 mil. En el Chaco son cifras mucho mayores.

–¿Por qué la campaña militar al Norte no es tan conocida?

–No ha habido una manera sistemática de presentar la historia y menos la historia de los pueblos indígenas. Nos han legado imágenes, hemos aprendido que el Estado o territorio actual se completa con Roca, y él estuvo en el Sur.

–Suele justificarse la violencia con que “hay que situarse en la época”, como si fueran normales esas campañas militares.

–Algunos senadores como Aristóbulo del Valle, quizá la voz más clara contra la Campaña, preguntaban cuáles habían sido los resultados de la campaña al Sur y se decía que esos territorios no están incorporados al trabajo. Era el momento que se estaba rifando territorio, como dijeron en esa época observadores militares, no era para los pioneros ni para los agricultores, como se había prometido, sino para latifundistas. Aristóbulo del Valle denunciaba que el hombre había sido esclavizado, la mujer prostituida, los niños utilizados para el trabajo esclavo. No había, decía, ni avance económico ni cívico. Incluso hubo oposición de sectores de las elites.

–Igual se realiza.

–Se hace y es un fracaso desde el punto de vista militar. Hacia 1884 lo que consigue el general Victorica, que estaba al frente como ministro de Guerra, es derrotar a los principales jefes, pero no consigue ocupar el territorio. Eso recién pasará hacia 1911. No consigue ocupar porque el Chaco estaba mucho más densamente poblado por pueblos indígenas y con una variedad de pueblos, de lenguas y culturas distintas.

–¿Fue igual de cruenta que la del Sur?

–Sí, no sólo fue igual sino que esa operativa de secuestrar chicos, atacar mujeres, se extendió hasta avanzado el siglo XX; aun hoy todas las comunidades tienen recuerdos de los chicos robados por el Ejército.

–¿Cifras?

–No las tenemos, estamos trabajando, pero las víctimas superan ampliamente las cifras de la Patagonia. Y hay otros sectores del país donde tampoco se sabe mucho.

–¿Por ejemplo?

–Cuyo y la Puna. Estamos comenzando a trabajar lo que fue la Campaña a la Puna, que se conoció como Campaña al Susques, que se da por terminada en 1874, con la batalla de Quera. Aparentemente lo que más hubo fueron fusilamientos masivos que acabaron con la resistencia, lo que se llamó la Pacificación de la Puna, fusilamientos masivos durante 1874 y 1875.

–En Cuyo hubo campos de concentración...

–Sí, por la campaña al sur de Mendoza y norte de Neuquén, donde tomaron gran cantidad de familias prisioneras, que fueron utilizadas en la industrias de la vendimia en lo que hoy es Malargüe. La persona que más sabe es Diego Escolar, que vive allá, tiene muy documentado y cuantificado no sólo los prisioneros sino también la cantidad de chicos que eran enviados solos a la vendimia para trabajar para siempre, no iban y venían.

–¿Roca es sólo un símbolo o el responsable?

–Roca fue responsable del genocidio. Tuvo posibilidades de otro tipo de política. Hay pruebas de que él se informó con un enviado de su confianza en Estados Unidos para ver cómo funcionaban las reservas. Y estudió también a los franceses en Argelia. Decidió el modelo francés porque decía que el modelo de reservas era muy costoso. Hubo campañas militares anteriores, pero la de Roca fue la más sistemática y que tuvo un objetivo más declaradamente genocida. Hay declaraciones de Roca sobre destruir hasta el último indígena. Su discurso de asunción de la presidencia festeja que no cruza un solo indio la pampa.

–Es conocida la postura de los intelectuales de la derecha sobre Roca y los pueblos originarios. ¿Y la mirada de los intelectuales de izquierda o progresistas?

–Hay cierto progresismo que se construyó sobre el paradigma que dio lugar al genocidio y a una noción de la Argentina sin indígenas. A gran parte de los intelectuales no les importan los pueblos originarios. Se ha construido una idea de progresismo que puede ignorar a los pueblos originarios como si no existieran y tenemos una izquierda que ha ignorado las luchas indígenas, por eso todo es mucho más difícil.

–¿Por qué el genocidio sigue pareciendo algo sólo de la dictadura y no también algo que afectó a los pueblos originarios?

–Porque cuesta a gran parte de los argentinos considerar la historia de los pueblos indígenas como parte de la historia argentina. Tiene directa relación con asumir si es algo que les pasó y pasa a los argentinos o les pasó y pasa a otros.

–El juez de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni, le agrega el factor de la clase social afectada.

–Sin duda tiene que ver la clase social víctima, pero sobre todo hay una mirada racista dentro de lo que es el sentido común argentino. La sociedad argentina es racista respecto de los pueblos originarios. Se piensa que lo que sucede con otras personas no es tan importante, por eso hay dolores que no nos conmueven y otros que sí. Para mucha gente un campo de concentración se define como tal cuando ahí adentro hay gente que se parece a mí, si no, no es un campo de concentración.

–¿De ahí la negación del genocidio?

–Tenemos un paradigma donde la palabra “genocidio” se puede aplicar cuando a mí me importa, cuando mi grupo de pertenencia es el afectado. Y la mayor parte de la intelectualidad, de la gente que construye teoría y construye consenso social en estas situaciones, compartimos un sistema cultural de pertenencia. Hasta tanto no podamos siquiera entender el dolor de los otros y sentirlo como el propio, no hay interculturalidad posible. No hay forma de dialogar.

–¿Interpreta continuidades de las campañas militares a fines del siglo XIX y la situación actual de muerte por desnutrición en Chaco, Misiones y Salta, o por represión en Formosa?

–Los pueblos originarios son víctimas de un genocidio que aún no terminó. Por eso como Red hablamos de que en la Argentina existe un proceso genocida de los pueblos indígenas porque no le podemos encontrar la fecha de finalización. No sólo el Estado se construye sobre un genocidio sino que también nuestro marco de pensamiento se construye sobre el genocidio, de tal manera que no hemos salido aún de él. El genocidio realizado por el nazismo tiene fecha de finalización. El fin de la guerra, el suicidio de Hitler, los tribunales de Nuremberg. El genocidio de la dictadura tuvo una Conadep, juicios. El genocidio indígena no tiene fecha de finalización y no hay juicios.

–No existió un “Nunca más” para los pueblos originarios.

–No hubo fecha de finalización. No hay ni hubo una instancia de reparación. ¿Cuál sería la instancia autorizada si queremos hacer juicios? Porque el Estado es el mismo Estado genocida. La única manera para poder realizar algo similar a los juicios de la dictadura es que también esté integrado por pueblos originarios.

–¿Lo cree posible?

–Hoy en día hay un movimiento importante de pueblos originarios que no había hace diez años, y en algún momento se va a dar. No puede ser la misma sociedad genocida la que lleve la acusación; lo que sí puede hacer la misma sociedad genocida es movilizar la posibilidad de generar un cambio interno.

–¿Por qué “sociedad genocida”?

–Porque hay procesos que se siguen produciendo. Si bien hay una apertura muy importante para la inclusión de los derechos específicos de los pueblos indígenas dentro de los derechos humanos, la actitud del Estado hoy en día no es la misma que se tenía hace diez años, hay un cambio positivo. Pero cuando esos derechos reconocidos de los pueblos originarios confrontan contra intereses económicos, ya sea del Estado o de particulares, siempre se atenta contra los pueblos originarios.

–¿Por ejemplo?

–El Estado sustenta buena parte de su modelo en actividades como la soja, el petróleo y la minería, entonces el derecho indígena se cae. El mismo Estado que habilita a los pueblos originarios a hacer determinados reclamos por otro lado los hace callar con la violencia que sea necesaria cuando está en juego una actividad económica que el Gobierno impulsa.

–¿Cómo se entiende esa contradicción?

–Por eso digo que la sociedad no terminó aún de ser genocida con los pueblos originarios. Porque frente a estos dos parámetros en conflicto automáticamente le da la razón al paradigma económico.

–¿La sociedad o el Gobierno?

–Van uno con el otro, es un ida y vuelta. El paradigma económico es el que se constituyó junto con el Estado y hoy se desarrolla la continuidad de ese paradigma. Si bien hay espacios de apertura interesantes, cuando confrontan paradigmas el que sale ganador es el paradigma racista, donde tenés derecho a decir lo que quieras, pero si tenés petróleo en tu comunidad el organismo que decide no es el INAI, el Inadi, ni una oficina de interculturalidad, sino la Secretaría de Energía. Y punto, no hay discusión posible.

–Es la economía...

–Cuando lo que está en juego son intereses económicos, siempre se atenta contra los derechos indígenas, con leyes que debieran respetarse.

–Las campañas militares tuvieron una matriz económica, una decisión política y una complicidad o al menos una indiferencia de la sociedad. ¿Observa paralelos?

–Es muy similar. ¿Cómo se definió el avance económico a fines del siglo XIX? Se decidió por la apertura de nuevos terrenos para la explotación intensiva junto con nuevas tecnologías que tenían que ver con el manejo de la ganadería, alambrados, nuevas técnicas que acompañaban la inclusión de territorios para el mercado exportador. Y ahora estamos viviendo lo mismo, la soja es exactamente eso. La nueva tecnología y la incorporación de nuevos territorios que antes estaban libres, donde había comunidades que podían vivir.

–El petróleo y la minería repiten la misma lógica.

–Lo están padeciendo, entre otros, los mapuches en zona de meseta. Cuando las comunidades se habían establecido en la meseta, ese lugar no era objetivo de explotación; ahora sí. Hoy sufren un acoso tremendo e ilegítimo de parte de mineras y petroleras.

–Hay un argumento legitimador que se repite: el progreso.

–Sí, hoy es el desarrollo, como una utopía de la sociedad occidental, pero el problema es que se establecen como si fueran características que pudieran tener sólo la sociedad occidental y los otros no, y que además son a costa del vivir de los otros. El problema de este concepto de desarrollo o progreso, hoy encarnada en la política económica extractiva, es que se les da una entidad más importante que la vida y la dignidad humanas. El desarrollo es importante, pero, ¿es tan importante como para avalar que el avance petrolero, minero y sojero ocasione contaminación y muerte? Y, no es casual, siempre ese “progreso” es a costa del “otro”, nunca es a costa del grupo de pertenencia dominante.

–Usted afirma que el genocidio aún no tiene fecha de finalización, mientras los pueblos originarios se organizan y luchan.

–Sin dudas, hoy han ganado visibilidad como nunca antes y tiene directa relación con la organización y los conflictos que enfrentan en los territorios. Por eso siento mucho respeto por los dirigentes e intelectuales indígenas, sé que hay diferencias como en cualquier espectro político, pero tengo un gran respeto porque tienen que tener mucha decisión y coraje, ya que están haciendo un trabajo de concientización, de educación política a todo el resto de la sociedad. Ser dirigente indígena sigue siendo profesión de riesgo, sobre todo en algunos provincias, porque es muy probable que vayas preso o te maten por defender el territorio. Nunca hay que olvidar que son pueblos que sufrieron un genocidio, pero se mantienen vivos




FUENTE: PÁGINA 12

sábado, 8 de octubre de 2011

MORIR POR EL AMAZONAS

MORIR POR EL AMAZONAS

mujeres

Ganan el Nobel de la Paz tres luchadoras por los derechos de la mujer
07/10/11 - 07:44

Fueron galardonadas la actual presidenta de Liberia, una activista de ese país y a otra activista yemení que se destacó durante las protestas contra el régimen en su país.


Ellen Johnson-Sirleaf, la también liberiana Leymah Gbowee y la yemení Tawakkul Karman han ganado el Premio Nobel de la Paz 2011. (EFE)

La activista defensora de los derechos humanos yemení Tawakul Karman, Nobel de la Paz. (EFE)

Nobel, Nobel de la Paz La actual presidenta liberiana, Ellen Johnson Sirleaf, las activistas Leymah Gbowee, de Liberia, y Tawakkul Karman, de Yemen, ganaron el viernes el premio Nobel de la Paz del 2011 por su trabajo a favor de los derechos de las mujeres.

El Comité distinguió a las tres mujeres "por su lucha pacífica por la seguridad de la mujer y por los derechos de las mujeres para participar de lleno en las labores de construcción de paz''.

"No podemos alcanzar la democracia y una paz duradera en el mundo a menos que las mujeres obtengan las mismas oportunidades que los hombres para influir en los sucesos en todos los niveles de la sociedad'', anunció el comité del premio.

Karman es una mujer de 32 años, madre de tres hijos, que encabeza el grupo de derechos humanos Mujeres Periodistas sin Cadenas. Ha sido una destacada figura en las protestas contra el presidente yemení Alí Abdalá Salé, que comenzaron en enero como parte de una ola de revueltas contra el autoritarismo que ha convulsionado al mundo árabe.
"Estoy muy, muy feliz por este premio'', dijo Karman a The Associated Press. "Le dedico el premio a la juventud de la revolución en Yemen y al pueblo yemení''.
El presidente del comité del premio, Thorbjoern Jagland, destacó que el trabajo de Karman comenzó antes de las revueltas árabes.

"Muchos años antes de que las revoluciones comenzaran, ella se levantó contra uno de los regímenes más autoritarios y autocráticos del mundo'', dijo a los reporteros.
Karman ha sido nombrada ''Mujer de hierro'', ''Madre de la Revolución'' y ''El espíritu de la revolución yemení'' por otros manifestantes.

Por su parte, la presidenta Johnson Sirleaf, de 72 años, es una economista con formación en la Universidad de Harvard que en 2005 se convirtió en la primera mujer en ser electa democráticamente para presidir un país de Africa. Sirleaf enfrenta unas elecciones presidenciales ese mes.

Por años, Liberia fue devastado por una guerra civil hasta 2003 y, con ayuda de las tropas de Naciones Unidas, sigue luchando por mantener una frágil paz.
Sirleaf era vista como una reformista y pacifista en Liberia cuando asumió el cargo. Este mes buscará reelegirse y sus rivales en la campaña presidencial la han acusado de comprar votos y de utilizar fondos del gobierno para promocionarse. Quienes participan en su campaña niegan los cargos.

Gbowee, la tercera ganadora del Nobel, organizó un grupo de mujeres cristianas y musulmanas para desafiar a líderes militares liberianos y fue reconocida por movilizar a las mujeres ''a través de las líneas divisorias étnicas y religiosas para poner fin a la guerra en Liberia y para asegurar la participación de las mujeres en las elecciones''.

En 2009 ganó el Premio al Perfil del Valor _premio que adopta el nombre del libro con el que el ex presidente de Estados Unidos John F. Kennedy obtuvo en 1957 el premio Pulitzer_ por su trabajo para inspirar valor a las mujeres en Liberia.

(AP)

FUENTE: CLARIN

vale cervero acercó este texto ...

Por los años 42 o 43 en Alta Gracia, mi primo y yo íbamos todos los jueves a la Plaza Manuel Solares a la hora de la retreta, para vengarnos de que no nos dejaban estudiar música, que era nuestra vocación. Aquella acción consistía en llegar de súbito a las espaldas de Ocampo, el director, justo cuando éste levantaba la batuta para atacar la primera pieza del concierto y emitir a dúo, lo más fuerte posible, una serie de sonidos extraños, ante el escándalo de las viejas que tejían en los bancos cerca de la pérgola y del propio maestro, que se agarraba los pocos pelos que tenía y nos insultaba en voz baja pero concentradamente. Nosotros seguíamos con nuestra manera de hacer música, en este caso de percusión, a voluntad, tragando aire primero y soltándolo luego con distintas aberturas de boca, regulando intensidad y altura según nuestras intenciones.

Un poco más arriba, y cerca del Sierras Hotel, vivían los padres de un compañero de colegio, físicamente muy ágil, que se llamaba Ernesto y era asmático, y más o menos siguiendo la misma dirección pero hacia la izquierda, en un chalet que se llamaba Los Espinillos, un viejo cascarrabias, flaco y calvo, que se pasaba los días y las noches componiendo música. La misma que nos negaban a nosotros por no tener piano, por ser muy pobres o malditos, qué se yo, el hecho es que cuando aparecimos por el Conservatorio y nos vieron la pinta, una mujer alta y barbuda levantó un dedo índice que por las palabras acompañantes señalaba la puerta de la calle.

Y en esa vida a los saltos y ese andar siempre por las orillas comenzó el curso de solfeo para entrar en la banda municipal, pero tuvimos que dejar porque no alcanzaban los instrumentos donados por el círculo de damas.

Parece que mi primo y yo le caímos bien a Ernesto, que una vez nos invitó a su casa, enorme y hermosa, en lo alto del pueblo, a tomar el té como si fuéramos niños educados. Había oído hablar de nuestras travesuras con el maestro Ocampo y nos pidió una demostración vocal. Pero no nos animamos porque teníamos vergüenza de su padre, que se llamaba Ernesto como él, y respeto por su madre, Doña Celia, que instituyó en nuestras escuelas la merienda y leche para todos sin discriminación.

Te cuento para que lo escribas, que la última vez que vimos a Ernesto fue aquel verano que junto a mi primo planeamos apropiarnos de los duraznos en el chalet del viejo músico. Había un duraznero en su jardín, de esos duraznos blancos y tan dulces que cuando maduran son rosáceos por fuera pero por dentro enteramente blancos y jugosos.

Sabíamos a qué horas el viejo componía y a qué hora dormía la siesta, y a qué hora una mujer que lo cuidaba y que era su hermana se recostaba en un sillón a cabecear unos minutos.

Serían como las dos de la tarde cuando nos reunimos. Íbamos los tres subiendo la cuesta, oyendo los sonidos de la siesta en el monte, mejor dicho, ese silencio donde solamente se oye el canto de las torcazas que viene de muy lejos, como del otro lado de la Sierra.

–Che –dijo de pronto Ernesto– ¿cómo es ese asunto de los sonidos extraños que semejan el maullido de gatos y el aullido de lobos?

En cuanto empezamos a probar, que era como afinar, Ernesto soltó una carcajada.

Dominábamos tanto esa forma, tan válida como cualquier otra, pienso yo, de emitir sonidos, que eran prácticamente nuestras notas nuestras formas de cantar. Teníamos a medio ensayar un duetto precioso, donde una de las voces intentaba ser una melodía y la otra hacía un acompañamiento de pura percusión.

Justo cuando estabamos empezándolo, el chalet del viejo se nos apareció de golpe, al fondo una ventana alta, en primer plano los duraznos a punto de descolgarse de la rama, de tanto que los había madurado el sol.

Tendimos el oído a ver si como siempre estaba sonando el piano, pero nada, el viejo seguramente dormía. Nos metimos las puntas de las camisas dentro de los pantalones, embolsándolas un poco para guardar allí el producto de la expropiación y saltamos la verja.

Cortábamos y guardábamos, pero al mismo tiempo comíamos. Pronto desaparecieron los de abajo y hubo que trepar. "Che", dijo Ernesto, "no suban todos a la vez que el árbol es muy débil", y ordenó en voz baja, "parece que el viejo se está levantando". Pero yo ni me moví, mirando el ejemplar de allá arriba, el más grande de todos, enorme, más que un durazno era un faisán, un melón lleno de miel.

Ernesto, mi primo y yo empezamos a sacudir el árbol hasta conseguir el balanceo violento capaz de producir el desprendimiento de la fruta. Caían hojas y pequeñas ramas, duraznos medio secos que no habíamos visto o desechado y bichos cascarudos.

La percepción del olor intenso de las hojas cortadas llegó junto con el ruido de la ventana que se abría, dando paso a esa cara espectral extraída del fondo de la siesta y a sus palabras:

–Niños, lleváos la fruta pero no rompáis las ramas del árbol.

Después de comer sólo los muy maduros, guardar los que estaban a punto y tirar al río los muy verdes, mi primo y yo quisimos hacer el reparto. Ernesto dijo que si él llegaba con duraznos a la casa tendría que dar explicaciones muy serias, de modo que nos cedió su parte. Nuestros padres y tíos se alegrarían de que lleváramos comestibles, y más que ellos nuestros hermanos y primos más pequeños.

Al atardecer estabamos sentados en el murallón del Tajamar, enfrente de la casa del Virrey Liniers. Ernesto dijo:

–Al final no cantaron el dúo. ¿Cómo era?

–Bueno, cantar es un decir. Lo nuestro es más bien un juego o una burla.

–Eso no importa, Daniel, canten.

Afinamos otra vez. Creo que afinar era lo más gracioso, con las caras que poníamos imitando al maestro Ocampo, pero no cantamos el dúo, pues dejándonos llevar por la afinación que nos salió perfecta, brotaron unas especies de modulaciones mozartianas suavísimas y dulces como los duraznos blancos, y Ernesto amigo mío no paró de reír y reír.

Dicen que el viejo de los duraznos era español. Había tenido que huir de su tierra, pero como no se resignaba a vivir fuera de ella, tenía dos relojes, uno para la hora de acá otro para la de allá, a los que daba cuerda todas las noches a fin de que no se le paralizara su patria lejana ni tampoco ésta que le habían prestado. Lo más importante era no perder la diferencia horaria, para que, aunque muy a la distancia, el país que dejó se mantuviera presente en el tiempo de todos los días.



Y parece que alguien que ignoraba la importancia de ese rito llegó un día a la casa y, sin que nadie se diera cuenta, puso los relojes en la misma hora, y dicen que en ese mismo momento, el viejo se despidió para siempre de la música de Alta Gracia y de su tierra, porque pocos días después encerrado en una caja oscura lo llevaron por el mar hasta su tierra, donde duerme todos los silencios musicales juntos.

Mi primo y yo y otros chicos que ya tocaban en la banda, Ernesto, que entonces vivía en Córdoba, merodeábamos por la casa el día de la muerte del viejo, pensando que si en vez de robarle los duraznos le hubiésemos pedido que nos enseñase un poco de música, acaso él hubiese aceptado. Y nos entraba la lástima y teníamos remordimientos.

... El viejo se me apareció de golpe años después en su tierra. Yo llevaba un tiempo en España y una tarde estaba tomando tranquilamente una cerveza cuando en eso pago y me dan el vuelto, y lo veo aparecer flaco y calvo como siempre, enmarcado por el contorno de un billete de cien pesetas, que hacía las veces de aquella ventana de su casa en Alta Gracia donde se asomó para decirnos que no le rompiéramos las ramas de su árbol.

Y con nuestro cómplice en el robo de las frutas me reencontré después de mucha vida. El encuentro tuvo lugar en las páginas de un semanario, en una fotografía captada durante una nevada en Alta Gracia, que mi memoria retenía. La revista, en un número super extra publicaba aquella fotografía para ilustrar la infancia del que yacía en la foto de la portada, rematado a tiros en un pueblo boliviano llamado Ñancaguazú, Valle Grande. Se me saltaron las lágrimas al ver en qué estado había quedado el niño que yo conocí, mi amigo que jamás me discriminó porque era pobre.

Para atenuarlas, recordando aquella vieja y mala costumbre, emití un agudo modulado, mozartiano, como quien intenta provocarle una sonrisa.



Relato de Daniel Moyano citado por Aldo Isidrón del Valle en "De Alta Gracia a Santa Clara". Sé que esta historia fue publicada en una revista a principios de los noventa, pero no pude hallarla. Encontré en internet esta versión, incluida en el libro de "De Alta Gracia a Santa Clara". (El "viejo" del relato era Manuel de Falla.)

.

domingo, 2 de octubre de 2011

el placard: POEMAS DE JOYCE MANSOUR

el placard: POEMAS DE JOYCE MANSOUR:   Llueve sobre la caparazón azul de la ciudad. Llueve y el mar se lamenta. Lloran los muertos sin parar, sin razón, sin pañuelos. Contr...

"nube en pantalones"

3

¿Qué sentido tiene todo esto?
¿De dónde aparece en la luminosa
alegría este blandir los puños sucios?

Llegaste,
y tu desespero corrió sobre mi cabeza
una cortina que me evitó pensar en el manicomio.

Y
como en la tragedia de un acorazado
entre espasmos asfixiantes
los marineros se lanzan por la escotilla abierta:
a través de
mi ojo desgarrado hasta el grito
salía, enloquecido, Burliuk.
Casi ensangrentados sus sufridos párpados
salió,
se incorporó, se acercó
y con ternura inesperada en
un hombre grueso de pronto dijo: «¡Qué bueno!».

¡Qué bueno cuando una blusa amarilla protege
tu alma de las miradas ajenas! ¡Qué bueno
si cuando te lanzan a los dientes del patíbulo
alcanzas a gritar:
«Tomen cacao de Van Gutten»!


Y este segundo fuego de bengala, sonoro,
no lo cambiaría por nada ni por mi propio pico

Y entre el humo de tabaco, como una copa de licor,
se alarga la cara abotagada-ebria de Severianin.

¿Cómo se atreve a llamarse poeta
y gorjear tan gris como una codorniz?
Hoy
hace falta
pegarle duro al cerebro del mundo con una manopla.

Usted
a quien inquieta este solo pensamiento

«¿bailo elegantemente?» mire cómo me divierto yo:
¡chulo de plaza y tahúr de naipes!

A ustedes
por el amor reblandecidos,
que durante siglos
sólo han vertido lágrimas,
los dejaré,
me pondré el sol de monóculo en el ojo bien abierto.

Y ataviado de este modo increíble iré por la tierra
para gustarles aunque los queme y atado a una cadenita,
abriéndome camino, pasearé a Napoleón como a un dogo enano.

La tierra entera se tenderá como una mujer,
agitará sus carnes, ansiosa por entregarse.
Sus ropas cobrarán vida
y los labios de sus ropas
sisearán zalameros:
«¡Precioso, precioso, precioso!».

De pronto
los nubarrones
y todo lo demás nuboso
levanta en el cielo una gran agitación
como si obreros vestidos de blanco se dispersaran
tras declararle una airada huelga al cielo.
De detrás de una nube, un trueno, furioso,
salió y se sonó las narices desafiante.
El rostro del cielo se crispó por un segundo
con la mueca severa del férreo Bismark.

Y alguien
enredado en los lazos del cielo alargó
sus brazos a un café: de una manera algo femenina,
como tiernamente,
y también como la cureña de un cañón.

¿Usted piensa que el sol, tierno,
palmea la mejilla del café?
Pues no, es el general Galiffet
que va a fusilar a los rebeldes.

Saqúense, transeúntes,
las manos de los bolsillos:
cojan una piedra, un cuchillo, una bomba,
y si alguien no tiene manos
que venga a golpear con su frente.

¡Vayan los hambrientos, los sudorosos, los sumisos,
los podridos en lo pulgoso y sucio!
¡Vengan
los lunes y los martes,
coloreémoslos con sangre como días feriados!
¡Que la tierra se acuerde al sentir
los cuchillos de aquellos que quiso ultrajar!
¡La tierra,
cebada como una amante
de las ya usadas por Rothschild!

Para que los estandartes restallen en el ardor de
la metralla como en cada fiesta
que se digne de serlo: levanten
a la altura de los faroles
los cuerpos ensangrentados de los tenderos.

Blasfemando,
implorando,
acuchillando,
pasando por sobre alguien,
para hundir sus dientes en el costado,

en el cielo, rojo como la marsellesa,
temblaba, palmándola, el crepúsculo.

La locura absoluta.
Pero no pasará nada.

Caerá la noche, morderá algo, y se lo tragará.

¿No ve
que el cielo vuelve a ofrecer como un Judas
un puñado de estrellas salpicadas de traición?

Y por fin cae la noche.
Festeja como Mamai,
posando su trasero sobre la ciudad.
Esta noche, tan negra como Azef,
no habrá ojos que la atraviesen.

Encogido en el fondo de tabernas,
me erizo. Riego con vino mi alma y el mantel
y veo:
en un rincón -mis ojos redondos como platos-
los ojos de la Virgen se me meten en el corazón.
¡Qué sentido tiene ofrecer
su resplandor pintado a esta turba tabernaria!
¿No ves que otra vez en lugar de al ultrajado
en el Gólgota prefieren a Barrabás?
Quizá yo, a propósito,
entre el amasijo humano,
no muestro un rostro más nuevo.
Aunque yo,
quizá,
sea el más hermoso de todos tus hijos.

Dales a ellos
enmohecidos en su alegría
la muerte rápida del tiempo.
Para que haya niños los jóvenes deben
crecer, hacerse padres,
las jóvenes, embarazarse.

Y a los recién nacidos déjenles
crecer las escrutadoras canas de los magos,
y vendrán
y bautizarán a los niños
con nombres tomados de mis versos.

Yo, que he cantado la máquina y a Inglaterra,
acaso, simplemente,
en el más común de los Evangelios,
soy el decimotercer apóstol.
Y mientras mi voz obscenamente ulula
hora tras hora, días enteros,
Jesús Cristo, quizá,
aspira el olor del nomeolvides de mi alma.

DENISE LEVERTOV en castellano: ESPERANDO

DENISE LEVERTOV en castellano: ESPERANDO: Estoy esperando. En los bancos, en los rincones de las salas de espera de la tierra, junto a árboles cuya savia sube y sube a escapar e...

alta marea

Alta marea



Cuando un hombre y una mujer que se han amado se separan
se yergue como una cobra de oro el canto ardiente del orgullo
la errónea maravilla de sus noches de amor
... las constelaciones pasionales
los arrebatos de su indómito viaje sus risas a través de las piedras
sus plegarias y cóleras
sus dramas de secretas injurias enterradas
sus maquinaciones perversas las cacerías y disputas
el oscuro relámpago humano que aprisionó un instante el furor
de sus cuerpos con el lazo fulmíneo de las antípodas
los lechos a la deriva en el oleaje de gasa de los sueños
la mirada de pulpo de la memoria
los estremecimientos de una vieja leyenda cubierta de pronto
con la palidez de la tristeza y todos los gestos del abandono
dos o tres libros y una camisa en una maleta
llueve y el tren desliza un espejo frenético por los rieles de
la tormenta
el hotel da al mar
tanto sitio ilusorio tanto lugar de no llegar nunca
tanto trajín de gentes circulando con objetos inútiles o
enfundadas en ropas polvorientas
pasan cementerios de pájaros
cabezas actitudes montañas alcoholes y contrabandos informes
cada noche cuando te desvestías
la sombra de tu cuerpo desnudo crecía sobre los muros hasta el techo
los enormes roperos crujían en las habitaciones inundadas
puertas desconocidas rostros vírgenes
los desastres imprecisos los deslumbramientos de la aventura
siempre a punto de partir
siempre esperando el desenlace
la cabeza sobre el tajo
el corazón hechizado por la amenaza tantálica del mundo

Y ese reguero de sangre
un continente sumergido en cuya boca aún hierve la espuma de los
días indefensos bajo el soplo del sol
el nudo de los cuerpos constelados por un fulgor de lentejuelas
insaciables
esos labios besados en otro país en otra raza en otro planeta en otro
cielo en otro infierno
regresaba en un barco
una ciudad se aproximaba a la borda con su peso de sal como un
enorme galápago
todavía las alucinaciones del puente y el sufrimiento del trabajo
marítimo con el desplomado trono de las olas y el árbol
de la hélice que pasaba justamente bajo mi cucheta
éste es el mundo desmedido el mundo sin reemplazo el mundo
desesperado como una fiesta en su huracán de estrellas
pero no hay piedad para mí
ni el sol ni el mar ni la loca pocilga de los puertos
ni la sabiduría de la noche a la que oigo cantar por la boca de las
aguas y de los campos con las violencias de este planeta
que nos pertenece y se nos escapa
entonces tú estabas al final
esperando en el muelle mientras el viento me devolvía a tus brazos
como un pájaro
en la proa lanzaron el cordel con la bola de plomo en la punta y el
cabo de Manila fue recogido
todo termina
los viajes y el amor
nada termina
ni viajes ni amor ni olvido ni avidez
todo despierta nuevamente con la tensión mortal de la bestia que
acecha en el sol de su instinto
todo vuelve a su crimen como un alma encadenada a su dicha y
a sus muertos
todo fulgura como un guijarro de Dios sobre la playa
unos labios lavados por el diluvio y queda atrás
el halo de la lámpara el dormitorio arrasado por la vehemencia
del verano y el remolino de las hojas sobre las sábanas vacías
y una vez más una zarpa de fuego se apoya en el corazón de su presa
en este Nuevo Mundo confuso abierto en todas direcciones
donde la furia y la pasión se mezclan al polen del Paraíso
y otra vez la tierra despliega sus alas y arde de sed intacta y sin raíces
cuando un hombre y una mujer que se han amado se separan.

Enrique Molina

de sibilas y pitias: cada mujer es una puta

de sibilas y pitias: cada mujer es una puta: Lesbos ¡Maldad en la cocina! Las papas se quejan. Todo es Hollywood, sin ventanas, la luz fluorescente palpitando como una terrible mi...